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En recuerdo a Santi Ugarte

Pablo CABEZA

Revisando la intensa tabla de programación del 48 Heineken Jazzaldia, me viene a la mente el recuerdo del donostiarra Santi Ugarte, uno de los promotores de conciertos pioneros en Euskal Herria y fallecido ya hace unos años. Ugarte fue el impulsor del Donostia Sound, pero también de la programación del Autódromo de Lasarte, por donde pasaron figuras internacionales en el momento preciso. Fue también uno de los programadores más activos de conciertos en el Velódromo de Anoeta. Su inquietud y ambición despreocupada -que le condujo a la ruina- era tan amplia que apostó económicamente por la materialización de «Ez da posible» de Ruper Ordorika. Ugarte quizá no medía, era impulsivo y quizá un tanto egocéntrico. Quería ser mecenas y pasar a la historia. Y esto último, lo más complejo, se lo ganó con su esfuerzo y hechos.

Ugarte tuvo la ocasión de responsabilizarse de la programación del Jazzaldia al menos en una ocasión. De esto puede que haga veinte años. Apostó por lo que ya se hacía en algunos festivales europeos: mezclar el jazz con nobles del pop. Le dieron palos hasta molerlo. No sé dónde estarán aquellos puristas, pero resulta curioso que Jazzaldia sea desde hace unos años lo que vio Ugarte hace décadas: una buena mezcla de elementos musicales con el jazz como base, pero abierto a diferentes estilos. Él también contrataría a Elvis Costello, claro que sí, y a su mujer, Diana Krall, sobrevalorada. Lo malo de aquellos días es que ni el público jazzero ni los críticos (ni la ciudad) estaban preparados para la mentalidad del impetuoso Santi Ugarte. ¿John Zorn -admirable apuesta de este año- y grupos locales? Ugarte (Tiburón Concert) lo tuvo muy claro desde su primera y última apuesta.

 

 
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