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Raimundo Fitero

Fin de cita

 


Sí, lo he seguido en directo. Previsible, sin convicciones, a la defensiva. «No voy a dimitir», fin de cita. El señor de los puros, con una cara cincelada en el cinismo y el miedo, con más tics que de costumbre, ha soltado su primer discurso como si estuviera en una taberna, sin enfatizar, intentando lograr un objetivo estratégico: que la corrupción, el caso Rajoy y los asuntos de Bárcenas como conseguidor de la banda organizada que gobierna, se vaya regurgitando, se considere lo normal, lo habitual, lo no punible. Y en esas insistió, con argumentaciones imposibles de admitir en una vida mínimamente democrática.

En un acto de infantilismo político medido, reconoce un error, un único error: confiar en Luis Bárcenas (al que nombró), como si eso, una vez hecha la confesión, con dos lecturas del «Marca» ya estuviera pagado. No es un pecado, es un error que no tiene culpa. Un error de veinte años, de recibir sobresueldos, de financiar campañas con dinero negro. Todo en una nebulosa premeditada. Unas formas admitidas que reconstruyen las realidades sometidas a los sumarios y los secretos y que simplemente dejan un relato de mentiras, absurdos y confirman la descomposición de un sistema agotado.

Seguir en directo durante cinco horas y media un acto parlamentario de estas características es admitir la manipulación de la emisión en directo por la señal institucional que sirve TVE. Los planos generales, los particulares, forman parte del guión de arropar al mentiroso, al jefe provisional de la banda. Una retransmisión aparentemente aséptico, pero que nos han hurtado todo lo periférico, todo lo que nos interesaba más allá de los planos fijos del orador y los aplausos de las bancadas de acólitos o serviles números estadísticos para las mayorías o minorías.

Nada queda aclarado. No era ese el objetivo. Se trata de irse de vacaciones con un asunto archivado por si a la vuelta se ha solucionado solo. La oposición, los demás grupos, parecen ahora comparsas con frases. Los mensajes han sido lanzados. Los han escuchado quienes hayan querido. El dinero robado nunca volverá. ¿Bárcenas y «El Mundo» se tomarán vacaciones? Fin de cita, repitió el sospechoso.

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