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Autoconstruir viviendas dignas a bajo coste

Los ayuntamientos de Astigarraga y Hernani, junto con las asociaciones Ekian y Romi Bidean, han organizado un curso con el objetivo de dotar a familias romis de los conocimientos necesarios para que ellas mismas construyan viviendas dignas utilizando materiales reciclados y naturales. La comunidad ya se ha puesto en marcha, ilusionada con mejorar su calidad de vida.

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Maider IANTZI

En la visita a las chabolas levantadas bajo el puente de la autovía en Astigarraga, donde viven alrededor de cuarenta familias que llegaron de Rumanía en busca de mejores oportunidades, hemos percibido la emoción que ha despertado entre ellos el proyecto Romi Etxea. Uno de los alumnos que va a participar en el curso, Trandafi, que nos abre las puertas de su casa junto con su esposa Maribiana, expresa que esta es «una buena noticia» porque les ayudará a vivir mejor, de una forma más cómoda y limpia. «No escribáis mal de nosotros», nos pide tímidamente y con una sonrisa Maribiana. «Estamos en una cabaña y podemos hacer una casa más bonita y cómoda, para vivir un poco mejor», comenta. Ahora tienen un generador de luz y recogen el agua de una fuente cercana del pueblo. Lavan la ropa a mano, en el río.

Sobre nuestras cabezas se escucha continuamente el ruido de coches y vehículos que transitan por la carretera. Al ser víspera de festivo -estuvimos con ellos el 30 de julio-, muchos han salido a recoger y vender chatarra -aparte de pedir, así es como logran dinero-. Otros se refrescan en el Urumea, se divierten jugando al dominó, cuidan de los pequeños... hay muchas niñas y niños. Acordándonos de las últimas inundaciones registradas en la zona, les preguntamos cómo llevan el invierno en este lugar, y responden que tal vez sea peor el verano.

Nos acompaña un miembro de Romi Bidean, Ghorghe Simon, que hace las labores de traductor, ya que la mayoría de los habitantes de este poblado solo habla rumano. Por su boca explican que este proyecto para aprender a construir viviendas con paja, barro, madera y neumáticos viejos, además de mejorar su salud e higiene, les servirá para aprender cosas nuevas que les permita desarrollarse profesionalmente. La idea es que participen en el curso siete u ocho personas y que estas enseñen los conocimientos adquiridos a los demás miembros de la comunidad. Quieren valerse de la experiencia que tienen algunos, que ya trabajaron en la construcción en Rumanía. Y esperan que se impliquen todos, cada uno en lo que pueda, excepto los menores, que en setiembre empezarán el curso escolar.

Una iniciativa de cinco años

Precisan que van a enseñar dos modelos, uno más sencillo y otro más amplio, y que completar todo el trabajo llevará un tiempo. Son conscientes de que las cosas no van a cambiar de un día para otro.

Según informa el alcalde de Astigarraga Andoni Gartzia (Bildu), estas familias llegaron en 2011. Antes, las expulsaron de este municipio, de los barrios donostiarras de Loiola y Martutene, y también de Hernani. Regresaron a Astigarraga, a la orilla del Urumea, y esta vez el nuevo equipo de Gobierno ha tomado una decisión diferente. «Estudiamos las opciones: podíamos echarlos, mirar hacia otro lado, o trabajar en un proyecto con ellos. Hicimos esta elección porque la solución no era, en absoluto, echarlos». Así, el Consistorio de Astigarraga ha preparado un plan de cinco años en colaboración con el Ayuntamiento de Hernani, el Gobierno de Lakua, la Diputación de Gipuzkoa y las asociaciones Romi Bidean y Ekian, esta última de profesionales de la bioconstrucción.

Para salir de la precaria situación en la que se encuentran, los romis deben respetar un a serie de condiciones, que tienen que ver con la escolarización de los niños, no infringir leyes, la gestión de residuos... para que se integren más fácilmente en el pueblo. Les dan un plazo, dos o tres meses, y si todo va bien, serán inscritos en el censo. En cambio, si no cumplen los requisitos, como ha ocurrido en algunos casos, expulsarán a los infractores. Han comenzado este trabajo con cuarenta familias y no aceptan a más. Cada cabaña tiene su número y los policías municipales controlan la zona.

Gartzia espera que la estancia de los romis bajo el puente sea temporal y que puedan trasladarse a un sitio mejor. Puso como ejemplo a tres familias que, gracias a Cáritas, han accedido a un piso. Remarcó que, mientras tanto, este proyecto les da estabilidad, ya que saben que no van a ser expulsados. Romi Etxea quiere ofrecerles otra oportunidad, una ocasión para aprender, que está abierta no solo a los rumanos, sino a toda la ciudadanía.

Una sala polivalente y una vivienda

El curso, en el que puede inscribirse cualquiera que esté interesado, (astigarraga.net y ekianbioeraikuntza.wordpress.com), se desarrollará entre el 10 y el 14 de setiembre en el mismo lugar donde residen los romis. Con la ayuda de dos profesores, la experta en construir casas con fardos de paja Rikki Nitzkin y el arquitecto y artista plástico Marco Aresta levantarán una sala polivalente, especialmente para niñas y niños, para que tengan un refugio en invierno, y una vivienda estándar, que servirá como modelo. Los alumnos ajenos a la comunidad deberán pagar el precio de las clases, que varía según los servicios (se ofrece desayuno, comida, cena y un lugar para dormir).

Según cuenta en su página web (rikkinitzkin.wordpress.com), Nitzkin se encontró en 2001 con la necesidad de hacerse una vivienda y, después de leer varios libros sobre construcción con balas de paja, se lanzó a ello. Es cofundadora de la Red de Construcción con Paja (casasdepaja.org) y coautora del libro «Construcción con Paja: una guía para autoconstructores» (Ed. EcoHabitar 2010). Aresta, colaborador de Jorge Belanko, estudia, enseña y asesora sobre la bioconstrucción y la construcción natural. Este es su blog: hacerbio.blogspot.com.es.

Los impulsores del plan animan a la gente a participar, ya que las técnicas «no son difíciles y son muy prácticas». Relacionado con este curso, tienen previsto hacer un día o dos de auzolan, abierto a todos los vecinos y vecinas para que conozcan el proyecto.

La sala grande será de paja, con neumáticos como cimiento y con tejado vivo, verde. Ese jardín de tierra y plantas es un buen regulador de la temperatura y dura mucho. En lo que respecta a la vivienda, tendrá una base de barro y madera.

La primera casa de este tipo documentada, hecha de fardos de paja, fue construida a finales del siglo XIX en EEUU, en las mesetas verdes y doradas de Nebraska. Más tarde se percataron de las cualidades de este material, buen aislante, confortable, fácil de trabajar y barato. Luego se impuso el hormigón y ahora hay quien ha retomado la técnica de la paja. En Alemania, Dinamarca, Inglaterra o Estado francés están muy avanzados. En los Alpes se construyen, incluso, hoteles con fardos. En Euskal Herria se están dando pasos poco a poco en esta dirección.

«Necesitamos muchos palés desmontados, todos los que se puedan», indican los impulsores del proyecto Romi Etxea a los integrantes de la comunidad. Estos, reunidos en un corro, se organizan para recogerlos. Se encargarán, además, de reunir neumáticos. La paja la traerán de Araba; el barro, de Nafarroa. El proyecto para autoconstruir viviendas dignas y baratas está en marcha.

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