El pueblo que se juega la pasta unido permanece unido. Hay diferentes formas de hacer patria, y si encima se hace caja, miel sobre hojuelas. Será lo que han pensado los cerebros de la Generalitat catalana, que han organizado para el próximo 31 de diciembre su particular sorteo navideño de lotería. Más modesto que el Gordo que cantan los niños de San Ildefonso, pero por algo se empieza. Cada décimo del Grossa Cap d'Any, que así se llamará el invento, costará cinco euritos. Y el premio más jugoso será de 100.000 euros.

No faltará quien piense que es una chorrada sin mayor afán que el recaudatorio, que también. Discrepo. Una lotería propia, igual que selecciones deportivas propias o una representación individualizada en Eurovisión, son elementos que cohesionan a una sociedad, o a una parte de ella, en torno a una ilusión común. Otra cosa es qué opinión nos merece a cada persona estas u otras iniciativas. Pero incluso a muchos de quienes reniegan de Eurovisión les haría tilín que se impusiera en este evento una canción en euskara. ¿O no?

El caso es que cada papeleta llevará una pequeña bandera catalana en el margen inferior derecho. Saldrán a la venta a finales de setiembre y se podrán adquirir en comercios de Catalunya y en los puntos de venta habituales de las loterías de la Generalitat. Porque esto no es flor de un día y Catalunya cuenta con una nutrida gama de juegos, la mayoría al estilo de la Primitiva, esa en la que se marcan casillas de diferentes números.

No obstante, no son tiempos de bonanza. Los ingresos de las loterías de la Generalitat han caído un 41,92 % desde 2008 hasta 2012. Según datos del Govern, el año pasado las diferentes modalidades ingresaron un total de 39,9 millones de euros, frente a los 68,7 millones de cuatro años antes. Lo que hace noticioso a este sorteo es que entra en competencia con el hispanísimo Gordo navideño, y eso igual le toquitea las esencias patrias a más de uno. Ya solo faltaría que se monten una quiniela en Gibraltar.