A pesar de que la ópera prima de Eiichi Kobayashi fue la triunfadora en los festivales de Gijón y Rotterdam, no es una película ante la que todo el mundo reacciona igual de bien. Su estilo a lo nouvelle vague, con fotografía en blanco y negro, junto al sonido directo, no está hecho para cualquier tipo de espectador. Por si fuera poco, su temática resulta desconcertante, sin que se sepa muy bien si el autor se la toma en serio o se está riendo el mensaje positivo de fondo.

Desde el punto de vista de la moral, «Momoiro sora o» ha sido comparada con el clásico de Robert Bresson «L'argent». El argumento, azaroso donde los haya, pone a prueba la honradez y principios de la actual juventud japonesa. Se cuestiona hasta qué punto los adolescentes nipones son sensibles a la crisis en que se sumió el país en el 2001, año de realización de la película.