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Raimundo Fitero

Tapón

 

En Londres han tardado más de una semana en destaponar una de las alcantarillas más grandes de la ciudad. Se había producido un tapón de grasa que impedía que circulasen las aguas fecales con orden, se estancaban, producían olores, estaba a punto de reventar todo el sistema de alcantarillado. Los informativos nos han ofrecido imágenes cuando ya habían logrado los operarios abrir un hueco, cuando ya fluían esas aguas llenas de todo lo que nos estorba, y nos mostraban como las grasas, los aceites de procedencia animal o vegetal, los desperdicios que en vez de llevarlos a donde corresponden vertimos por las cañerías de nuestras casas, son un tremendo peligro de salubridad pública.

Imágenes realmente impactantes, porque no solamente era impresionante el atasco, el tapón de grasa, sino también las paredes, los techos con estalactitas de mierda, chorretones sólidos, obturaciones que, vistos desde otra perspectiva, bien pudieran parecer nuestras propias venas y arterias, repletas de colesterol, triglicéridos y otras obturadores del fluido sanguíneo. Una de esas noticias que pueden ser una alerta y un compendio de metáforas, porque esa acumulación de grasas y desperdicios, se puede comparar con la vida política, con tapones similares en las vías democráticas.

Los comportamientos de cada uno con los residuos que producimos, orgánicos, sólidos, plásticos, son un grave problema. Los kilos de basuras que cada individuo produce está por encima de lo que parece asumible. Por lo tanto, las discusiones, debates sobre la forma de recogida de esos residuos es importante, fundamental, pero quizás sea necesario apoyarlas con programas de educación, en las escuelas, en las universidades, en los centros de jubilados, en las asociaciones de vecinos, en la tele. Es cuestión de crear hábitos en el hogar, en la calle, en los bares, en el campo o los espacios abiertos que sirvan para romper lo menos posible el equilibrio. Y los aceites domésticos son un grave problema. Los industriales parecen que tienen algo más de control, pero todas las fritangas que tiramos por las cañerías se convierten en esos tapones de mierda que nos mostraron de las cloacas londinenses. Ojo.