La edad no está reñida con la fiesta. Si el miércoles fueron los txikis quienes se hicieron con el control de Gasteiz, ayer fueron los blusas y las neskas veteranas las encargadas de poner color a las calles de la capital alavesa. Con las abarcas bien atadas y la txapela bien puesta, los abuelos y las abuelas cogieron el testigo de sus nietos para celebrar por todo lo alto el Día del Veterano.

La jornada comenzó temprano, a las nueve de la mañana. Para no romper la tradición, los veteranos, adscritos a una cuadrilla multicolor, se reunieron en la balconada de San Miguel, frente a la imagen de la Virgen Blanca, a la que tributaron un pequeño homenaje. Tras presenciar el aurresku de honor y la ofrenda floral a la patrona de la ciudad, los presentes hicieron una parada técnica para reponer energías. Unas rosquillas y un baso de moscatel bastaron para recargar las pilas. Durante el desayuno, los blusas y las neskas entregaron una placa a José Luis López de Sosoaga, al que agradecieron la colaboración prestada durante años.

Con el estomago lleno, y mojados por el sirimiri mañanero, los veteranos y las veteranas bajaron la cuesta de San Francisco hacia el barrio de Desamparadas, donde les esperaba otro tentempié. Dejando a un lado los sabores dulces, los blusas y echaron mano de los txoripanes y de los txikitos. Sabores más tradicionales propios de las fiestas del pasado, cuando el vino era un protagonista esencial de La Blanca.

A partir de las once y media de la mañana los veteranos retornaron, algunos a pie o otros en el Gasteiztxo -un tren turístico que recorre las calles de la ciudad-, a la plaza de la Virgen Blanca, desde donde partió un paseíllo improvisado. Un primer ensayo festivo a la espera de la ida a la plaza de toros de la capital alavesa, rebautizada con el nombre de Iradier Arena.

Meneito del veterano

Los que no quisieron recorrer las calles del centro de Gasteiz al ritmo de la charanga se dirigieron a la plaza de la Provincia para participar en el Meneito del Veterano. Un concurso de baile organizado por los blusas y las neskas de la cuadrilla Nekazariak, que tras 18 ediciones ha se ha consolidado en la agenda festiva de la ciudad.

En declaraciones a GARA, el vicepresidente de la citada cuadrilla, Fernando Eskibel, reconoció que el certamen se ha consolidado y se ha convertido en uno de los principales atractivos del Día del Veterano. «Cada vez se anima más gente y vienen más parejas. ¡Y cada vez vienen más arreglados!», bromeó el responsable de Nekazariak mientras controlaba la entrada de parejas a la plaza.

Lo cierto es que este año no se dejaron ver demasiados blusas y neskas en el Meneito del Veterano. En opinión de Eskibel, los participantes, más de medio centenar en esta edición, «están viendo que damos premios a los más elegantes, y ahora quieren competir en esa categoría para llevarse un premio». «Aquí muchos participantes vienen preparados con el vestido de la boda del hijo o de su hija», subrayó tras observar la indumentaria de algunas parejas.

En cuanto a la organización del Meneito, Eskibel explicó que los participantes deben afrontar dos rondas de veinte minutos para poder optar a los premios, entre los que figuran juegos de mesa y sesiones de belleza. «Solemos estar unos veinte minutos bailando y luego les damos un pequeño piscolabis, que es uno de los reclamos más importantes», añadió.

A las cuatro de la tarde, tras parar un par de horas para comer y descansar, los veteranos retornaron de nuevo al centro de la ciudad para seguir la fiesta a la espera del primer paseíllo, que partió a las cinco desde la plaza Nueva de Gasteiz. Una vez en la plaza, los blusas y neskas veteranos presenciaron una novillada con picadores. Para mucho veteranos la jornada finalizó con el paseíllo de vuelta por las calles del Ensanche.