Con la declaración de algunos pesos pesados del PP, como su número dos María Dolores de Cospedal, y quienes le precedieron en la Secretaría General del partido Javier Arenas y Franscisco Alvarez Cascos, el llamado «caso Bárcenas» parece entrar en su fase determinante, al menos en lo que a la instrucción se refiere. La formación que gobierna en el Estado español con mayoría absoluta se la juega y, a pesar de la tranquilidad que Mariano Rajoy quiso aparentar en su intervención en el Senado, hace apenas dos semanas, la publicación casi diaria de informaciones que refutan la versión oficial hacen impredecible cualquier resultado. El núcleo dirigente del PP pende de un hilo, del que el juez Pablo Ruz parece estar tirando con determinación.

Pero no solo la dirección estatal del PP, también el llamado PP vasco tiene mucho que perder en este caso, una vez que han unido su futuro al de su presidente. Dirigentes como Arantza Quiroga, Iñaki Oyarzábal y Leopoldo Barreda han optado por secundar sin matices el discurso de su partido, y saben que si Rajoy y su equipo quedan atrapados en la madeja ellos en ningún caso saldrán indemnes.