El primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, se puso el uniforme obligatorio de taxista una tarde de junio y condujo un taxi por las calles de Oslo para conocer mejor las opiniones de los ciudadanos. Esta iniciativa de márketing político ha tenido tal éxito que el presidente español, Mariano Rajoy, debe estar planteándose hacer lo mismo, aunque tal como tiene el panorama, el precio que cobre por cada carrera será escandaloso.