UDATE | DESIRÉE RaNCATORE, SOPRANO
«La Traviata es un personaje que requiere a tres mujeres en una»
La Quincena Musical de Donostia programa esta tarde la segunda representación de «La Traviata», de Giuseppe Verdi, que se presentó el sábado en el Auditorio Kursaal con una buena acogida del público. La soprano italiana Desirée Rancatore da vida a la joven cortesana protagonista, Violetta, sobre la que recae el gran peso de esta ópera.
Mikel CHAMIZO | DONOSTIA
Desirée Rancatore, nacida en Palermo, despegó internacionalmente en 1995, con tan solo 18 años, al ganar varios concursos de canto en Italia y debutar cantando Mozart en Salzburgo. Desde entonces ha desarrollado una importante carrera de lírico-ligera especializada en papeles belcantistas, pero no ha sido hasta inicios de este año que se ha atrevido, por fin, a debutar en el papel de Violetta.
Había cantado fragmentos de «La Traviata» en recitales, pero no ha interpretado el papel completo hasta este año, en Montecarlo. ¿Por qué ha esperado tanto para cantar Violetta?
Yo comencé mi carrera muy pronto, con 18 años. Siendo tan joven tenía una voz a la que todo lo que era la coloratura extrema le sentaba muy bien. He pasado muchos años cantando Olympia, la Reina de la noche, Constanze, Blonde... personajes con muchas agilidades. Pero en realidad mi voz nunca ha sido demasiado ligera, aunque haya cantado ese repertorio mi timbre tiene un punto de redondez que no se corresponde del todo con el de una soprano ligera, lo que me hizo pensar que podría evolucionar a otros terrenos en el futuro. Por fin, en 2006 decidí debutar «Lucia de Lammermoor», y fue a raíz de ir cantando esa ópera -también «I Puritani» y «Rigoletto»- infinidad de veces por todo el mundo, que mi voz fue evolucionando cada vez más. Hasta que ha llegado al punto exacto en que creo que puedo cantar «La Traviata», un personaje que llevaba esperando toda la vida.
Quizá alguien opine que su voz sigue siendo algo ligera para el personaje.
Puede ser, pero yo no creo que Traviata sea un papel para una soprano lírica plena, como todo el mundo opina. Si lo piensas, en la historia ella es una chica de 20 años, no puede tener un torrente de voz enorme con esa edad. Lo que sí es importante es que la voz posea dramaticidad, que del segundo al tercer acto pueda transmitir emociones diversas y cambiar en consonancia. No es que la voz se vuelva más pesada, sino que sea capaz de modularse en función de las emociones que estás sintiendo tú con el personaje.
Entonces no está de acuerdo con ese tópico que dice que «La Traviata» requiere a una cantante que sea tres sopranos diferentes en una.
Más bien diría que requiere tres mujeres en una, por cómo evoluciona Violetta. Primero es la chica loca, que solo piensa en las fiestas, en divertirse y el dinero. Luego llega la mujer que se arrepiente de todo lo que ha hecho y que está al fin enamorada, porque nunca lo había estado antes. Se siente renacida por efecto del amor y parece incluso que su enfermedad ha desaparecido. Por último está la Violetta enferma del tercer acto, destrozada, sin esperanzas, consciente de que se está muriendo. Se podría decir que son tres mujeres completamente diferentes, aunque en realidad se trata del crecimiento del mismo personaje. Y es necesario que ese crecimiento se refleje en la cualidad de la voz, porque sería incoherente que Violetta sonara igual en el primer acto que en el tercero.
Dice que es un personaje con el que ha soñado toda su vida. ¿Cómo lo ha preparado?
Desde que empecé a cantar he pensado siempre en Violetta. Mi madre trabajaba en el coro del Teatro Massimo de Palermo y allí pude ver infinidad de Traviatas. Es un papel que tiene todo lo que una cantante puede desear: coloratura, sutileza, romanticismo y un gran drama. Y la historia en sí misma es fascinante. Leí la novela de Dumas y me encantó, y antes de enfrentarme al personaje decidí leer el libreto de Piave varias veces, sin música, deteniéndome en cada frase, en cada coma, observando la manera particular en que se expresan los personajes en cada situación. Solo después de esto, cuando ya me sabía el libreto de memoria, volví a escuchar la ópera con oídos nuevos, como si fuera la primera vez que la escuchaba.
Tiene que ser algo realmente difícil, con tantos referentes como tiene «La Traviata».
Lo es, pero es absolutamente necesario. Cuando llegas a un papel por primera vez lo tienes que escuchar también como si fuera la primera vez: libre de todo lo que sabías de él con anterioridad. Es la única forma de descubrir el personaje por ti misma, de encontrarte con sus palabras y construírlo a partir de ellas. Tienes que entenderlo y emocionarte con el personaje, porque emocionándote tú podrás emocionar a los demás.
El de Violetta es un rol muy realista, a diferencia de otros personajes de ópera que se comportan de forma muy irreal. ¿Es fácil identificarse con ella?
La de Violetta es una historia triste pero muy bonita, que habla de fidelidad, amor y traición. Por supuesto que te puedes identificar con su forma de vivir el amor y con los sacrificios que realiza por él. Y con muchos otros detalles, como su deseo de libertad y de dignidad... [Rancatore queda en silencio unos segundos.] Pero hay un aspecto de la Traviata con la que yo soy especialmente sensible, y es su enfermedad. Mi mejor amiga falleció hace cinco años, así que cuando llegué a cantar el tercer acto de «La Traviata» viví de nuevo toda su agonía. Recuerdo que ella siempre me preguntaba: «¿Por qué yo? ¿Por qué tengo que morir ahora? ¡No quiero!». Cuando has vivido algo así y te toca cantar el tercer acto de «La Traviata», por fuerza tienes que llevar esa experiencia de tu vida al escenario, porque te lleva muy cerca de la verdad del personaje. Aunque sea muy doloroso y termines llorando, como de hecho me ocurrió a mí en El Escorial. Pero precisamente eso, la forma en que el teatro se mezcla con nuestra vida, es una de las grandes magias de la ópera para quienes nos dedicamos a ella.