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jesus valencia | educador social

Bailando con lobos

Encubren a la carcundia pero no terminan de convencerla; sostienen tesis que eximen al Estado de cualquier responsabilidad pero no demuestran suficiente ardor hispánico

Cuando el Duque de Alba conquistó Navarra llegó acompañado del cronista Correa. Jamás contó el prolijo don Luis que el Duque fuese un mangante, usurpador por la fuerza de libertades ajenas. Los descalificativos gruesos los reservó para aquellos navarros que en Tudela, Lizarra, Amaiur... se enfrentaron al truhán en condiciones muy desiguales. Don Correa escribía la historia pensando en sus habichuelas.

Desde que ETA guardó las herramientas, tanto los actuales «duques de Alba» como los «Correas» que les acompañan, han dado la guerra por ganada y a los levantiscos por derrotados. A partir de aquella fecha, el Estado español desató una descomunal batalla memorística que no ha hecho más que empezar: torrenteras de tinta y tendenciosos programas mediáticos para contar en su beneficio la historia de lo ocurrido. El que se adelanta canta y es tanto lo que nuestros ocupantes tienen que ocultar que no quieren perder el tiempo. Para la conquista de este pueblo y el posterior empeño colonizador se han valido de múltiples (y permanentes) violencias que ningún escribano oficial relata. El afán encubridor de España es comprensible. Resulta más difícil de entender la actitud de algunos paisanos que dan por bueno el relato de la Metrópoli y tratan de difundirlo por estas tierras.

Para estas personas, evocar la conquista como origen de tantas calamidades resulta anacrónico; enumerar las incontables agresiones que seguimos soportando, se les antoja evasivo. Se crispan cuando se les recuerda que a todas las partes implicadas se les debieran de plantear las mismas exigencias: que cada palo aguante su vela y reconozca sus desmanes. Según estos paisanos españolizados, no ha existido más violencia que la de los alzados; con ellos comenzó la bronca y concluirá cuando se rindan llevando consigo toda la ferretería que tienen guardada; ETA -dicen los nuevos Correa- fue la única causante de todos los males y sólo a ella le corresponde zanjar la etapa del terror.

Análisis que distorsiona la historia y que, al mismo tiempo, expone a sus defensores a bochornosos desaires. Encubren a la carcundia pero no terminan de convencerla; sostienen tesis que eximen al Estado de cualquier responsabilidad pero no demuestran suficiente ardor hispánico. Bailan al son que les toca Madrid sin querer admitir que están bailando con lobos. Son acérrimos defensores de la vía Nanclares. Peligrosa apuesta pues, cuando algún recluso decide recorrerla, es el propio Estado quien regatea las cuatro nadas que prometía; tres días de permiso son motivo para que los medios difundan la noticia, la imagen y la nueva identidad del «arrepentido» ¡Qué vergüenza para unos y qué bochorno para otros!

¿Y la Ponencia de Paz? En contra de lo acordado, los impulsores modificaron las bases hasta acomodar el «suelo ético» al gusto insaciable del PP. Este, como es sabido, dio plantón a sus complacientes anfitriones. Han pasado los meses y ahora es el PSE quien anda buscando pretextos para largarse por considerar poco «ético» el suelo fraguado. Queridos amigos «correistas», quien baila con lobos termina mordisqueado.

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