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UDATE | CRíTICA, Quincena musical

La inextinguible magia de un buen directo

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Mikel CHAMIZO

La conmemoración del bicentenario de la quema y reconstrucción de Donostia está vertebrando una parte importante de la programación de la Quincena Musical, que el viernes alcanzó otro de sus hitos con la interpretación de la «Sinfonía nº4» del danés Carl Nielsen. Una sinfonía de connotaciones filosóficas, bautizada como «La inextinguible» y que tiene como sujeto la superación de la adversidad: «Igual que la vida está en constante lucha, conflicto, procreación y destrucción, la música es vida, y como tal, inextinguible», escribió Nielsen en 1915, año en que finalizó esta sinfonía en cierto modo impredecible, en la que los temas y los estados de ánimo parecen enfrentarse unos con otros para salir adelante de la forma más inesperada. Dramática a un modo existencial más que teatral, «La inextinguible» requiere de un director que transija con sus caprichos formales, y la de Paavo Järvi, que es un concertador más que un controlador, es una batuta más que adecuada.

Además Järvi ama particularmente la música de Nielsen, que ha defendido innumerables veces -en su última visita a la Quincena, en el 2011, dirigió otra gran sinfonía del danés, la número cinco-, y esa pasión se trasladó a una ejecución de la Orquesta de la Radio de Frankfurt grande en sonoridad y color pero a la vez muy flexible, capaz de adaptar su expresividad a los abruptos cambios de tono de la sinfonía. Otra cosa fue la reacción del público, cálida pero quizá no tan abrumadora como la calidad de la versión hubiera merecido. Al fin y al cabo, Nielsen sigue siendo un repertorio extraño por estos lares y su peculiar idiosincrasia musical puede antojársenos un tanto ajena.

Donde sí aplaudió y braveó sin pudor el público fue en la primera parte. Tras unas «Danzas noruegas» de Grieg transmitidas por Järvi con esa mezcla de contundencia y nostalgia tan característica del compositor noruego, la joven Alina Pogostkina, que tan buen recuerdo dejó hace unos meses al tocar al «Concierto para violín» de Berg con la Orquesta de Euskadi, subió al escenario del Kursaal para enfrentarse a uno de los pilares del repertorio violinístico, el «Concierto en Re mayor» de Tchaikovsky. Y la ganadora del Concurso Sibelius abordó la endiablada partitura con tal seguridad técnica que pudo permitirse hacer música de cámara, girándose hacia uno u otro instrumento para recoger un fragmento de la melodía o dar paso a la siguiente. Se notaba un ambiente distendido entre solista, orquesta y director, que el engranaje de la interpretación estaba perfectamente engrasado aquella noche (a pesar de las imprecisiones, que las hubo, pero que no empeñaron la magia).

El resultado fue un Tchaikovsky que fluyó con naturalidad y exquisitez, especialmente en un glorioso «Poco adagio» cantado al violín por Pogostkina con una sensibilidad a flor de piel. Es de rigor reconocer que a la rusa le faltó mayor volumen en las dinámicas más fuertes, defecto que causó algunos altibajos de intensidad en los climax del tercer movimiento. Pero fue, en cualquier caso, una interpretación sobresaliente que el público agradeció con pasión.

Ficha

74 Quincena Musical

Intérpretes: Alina Pogostkina, violín. Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt.

Director: Paavo Järvi.

Programa: «Danzas noruegas, Op.35» de Edvard Grieg. «Concierto para violín en Re mayor, Op.35» de Piotr Ilich Tchaikovsky. «Sinfonía nº4, Inextinguible» de Carl Nielsen.

Lugar y fecha: Donostia, Auditorio Kursaal. 23/8/2013.

Ficha

74 Quincena Musical: Quincena Andante. Intérpretes: Ainhoa Arteta, soprano. Patxi Azpiri, piano.

Programa: Lieder y canciones de Schumann, Strauss, Albéniz y Granados.

Lugar y fecha: Oñati, Santuario de Arantzazu. 26/8/2013.

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