Como sucede todos los años, las semanas previas a la celebración de la Diada Nacional de Catalunya están salpicadas por una gran expectación política en aquel país, mayor aun en esta ocasión debido al éxito alcanzado en la última edición del Onze de Setembre, en la que las principales avenidas de Barcelona se quedaron pequeñas para acoger a la multitud. Aquella marea humana desbordó incluso las previsiones más optimistas y, probablemente, marcó un punto de no retorno en el camino de la nación catalana hacia su independencia. Poco después fueron convocadas elecciones en el Principat, con los resultados conocidos, y hoy solo resta fijar la fecha para la celebración de una consulta.

La Assemblea Nacional Catalana (ANC) se ha propuesto repetir el impacto político, social y mediático -también a nivel internacional- de aquella convocatoria con la celebración de una cadena humana de más de 400 kilómetros y que pasará por 86 municipios, a la que se sumarán numerosos actos en el conjunto de los Països Catalans y en más de 80 ciudades del mundo. Un reto mayúsculo que algunos partidos políticos pretenden envolver en la polémica a cuenta del lema, «Via Catalana cap a la Independència», y del carácter más o menos inclusivo de una movilización que es, por supuesto, abierta, pero, sin duda, independentista. Es precisamente este hecho, el ánimo de constituir un estado independiente que anidará en la mayoría de los participantes, el que pone en una situación incómoda a quienes sin compartir este objetivo no quieren quedar al margen de la mayoría sociopolítica de Catalunya.

Es por ese flanco por donde vuelve a llegar una polémica que quedará sobrepasada por los acontecimiento, igual que el año pasado, pero que refleja el miedo que aun mora en aquellos sectores que siguen ligados a los parámetros políticos del pasado. Partidos como UDC o PSC, que se resisten a entender que la historia de su país han empezado a escribirla otras manos. Permanecen encadenados a sus propias inercias, cuando tienen la oportunidad de ser un eslabón más de la cadena que unirá al pueblo catalán con su futuro, en libertad.