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RUGIDOS ROJIBLANCOS

Un inicio que invita al optimismo

 

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Por más que ya sea costumbre, llevar a estas alturas de agosto dos jornadas de Liga consumidas solo sirve para seguir retratando una competición calamitosa, que obedece a los intereses de Madrid, Barcelona y Federación española, que arranca con los aficionados en txosnas y chiringuitos para sufrir posteriormente parones ligueros absurdos con objeto de dejar tiempo de preparación mundialista a la cosa de del Bosque. A ello se une la falta de competitividad, con la única expectación de resolver el descenso y los puestos europeos del tercer clasificado hacia abajo. Pero es la Liga que ha diseñado el oligopolio mediático, ese que fomenta diferencias deportivas abismales, el mismo que jalea que Florentino esté dispuesto a cometer una nueva tropelía económica -quien sabe si vuelta a ser financiada por la rescatada Bankia-.

Esa Liga, más pobre que nunca, con éxodo de estrellas y estrellitas (además de algún estrellado), de presupuestos limitados, plagada de jugadores desconocidos, se presenta, a priori, atractiva para el remendado y reforzado -en lo deportivo y en lo anímico- Athletic de Valverde. En este contexto, a los rojiblancos se les presenta una campaña en la que pocas excusas habrá para no considerar un fracaso no optar a un pasaporte europeo. Los motivos, obvios: tener que centrarse tan solo en dos competiciones, el empobrecimiento deportivo de los rivales y los fichajes acometidos por la Junta, ahora sí, tras haber tardado un año en tirar de talonario.

Y no ha empezado mal la aventura en lo cuantitativo, con el equipo acomodado ya en la pole position liguera, aunque con mucho margen de mejora. A estas alturas, y después de llevar años renunciando a justificar cualquier cosa en pos de la victoria, de abjurar del «clasificación amigo», no es cuestión ahora de defender lo visto en Valladolid y Anoeta, si bien la esperanza pasa porque el propio inquilino del banquillo también parece preocupado por el juego del equipo.

Como casi siempre a estas alturas hay que ir afinando, aunque sorprenda que la transición haya sido hacia un modelo futbolístico mucho más próximo al de Caparrós que al de un Bielsa al que, supuestamente, debiera estar más próximo Valverde.

Queda esperar cuatro o cinco jornadas, aguardar a que carbure el centro del campo, la asignatura pendiente, y que el grupo se beneficie de una competencia desconocida hasta ahora en la plantilla. Esa que por razones técnicas, lesiones o sanciones ya han podido experimentar la portería, el lateral izquierdo, los centrales y la delantera.

El equipo, con un entorno mucho más calmado que los últimos doce meses, vive ahora un clima más propicio para que todo funcione. Veremos si en cuanto pase la resaca vacacional y festiva la presión sobre la entidad afloja o algunos, como tantas veces, esperan silentes para generar debates interesados con cualquier pretexto en un año que debería pasar a la historia por algo más que por la inauguración del nuevo campo de San Mamés.

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