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Xabi Hernandez, en nombre de los amigos de Iñaki

Iñaki Quijera Zelarain, 34 aniversario

 

Un disparo a quemarropa segó la vida de Iñaki Quijera hoy hace 34 años. En este escrito, sus amigos recuerdan cómo ocurrieron los hechos, critican la impunidad de que ha gozado el autor material de los disparos y realizan una lectura más amplia en torno a las múltiples violencias que ha vivido Euskal Herria y sobre las cuales se quiere imponer un silencio forzado y una lectura manipulada.

Iñaki Quijera Zelarain. A consecuencia de un disparo a quemarropa realizado por un policía nacional español, resultó muerto el 1 de Setiembre de 1979, mientras se manifestaba en Donostia, a favor de los derechos de los presos y refugiados políticos. Numerosas personas fueron agredidas y heridas, entre ellas varios cargos públicos de la época. El autor material de su muerte y los resposables de estos hechos jamás pagaron por ello; solo hubo una indemnización a la familia y un «arresto mínimo» para el autor material. No hubo ninguna responsabilidad política por tan graves sucesos.

Treinta y cuatro años han pasado, 34 largos años sin Iñaki Quijera. Nunca ha salido a la luz la verdad de lo allí ocurrido, el autor material de su muerte, Méndez Villatoro, jamás pisó la cárcel y sus instigadores tampoco. Hoy 34 años después, no solo no se ha hecho justicia sino que intentan criminalizar el recuerdo de cientos como Iñaki, intentan criminalizar la petición de justicia y reparación, intentan borrar la memoria e intentan hacer su falso listado de quien es víctima y quien no.

Obviamente no lo van a conseguir y el recuerdo de personas como Iñaki siempre estarán presentes, tanto en el Antiguo como en Donostia y Euskal Herria. Quisiéramos hacer extensible este escrito también como homenaje a los cientos de víctimas negadas como tales por este Estado corrupto; queremos mandar un abrazo de solidaridad a los familiares de todas ellas y a sus amigos.

Como decía un familiar de Roberto Pérez, asesinado en Eibar en 1970, se atreven a hablar de memoria histórica cuando está claro que quieren borrar la parte de la historia de este pueblo que no les interesa en su agenda oficial. Al igual que este familiar de Roberto, nosotros también nos consideramos víctimas del peor de los terrorismos, el del Estado.

Aún recordamos al padre de Iñaki, que murió años más tarde sin ver justicia verdadera por lo ocurrido con su hijo, que vio como los testigos se iban echando para atrás ante las graves amenazas que sufrían en caso de declarar contra el asesino. Y qué decir de la actuación de los policías de la época que no contentos con matar a nuestro amigo, se permitieron orinar y pisotear la ikurriña y flores colocadas sobre la sangre vertida en el lugar, robar el dinero que entregaba la gente solidaria para sufragar gastos y romper los poemas y fotos de homenaje al asesinado.

Nunca olvidaremos la valentía del médico y personas anónimas que intentaron salvar a Iñaki, mientras la policía les golpeaba y disparaba pelotas de goma cuando le atendían en el suelo. Nuestro agradecimiento a todos estas personas anónimas que ayudaron a nuestro amigo en sus últimos momentos y nuestro desprecio más absoluto a esos violadores de los derechos humanos. Nuestro agradecimiento a todos los que alzaron su voz y se manifestaron contra la injusticia del asesinato poniendo en peligro su integridad y sus vidas. Nuestra solidaridad y agradecimiento también a la cantidad de personas heridas y detenidas que lo fueron en aquellas fechas y que jamás recibieron ninguna reparación moral por lo daños físicos y momentos de terror sufridos por las violentas actuaciones policiales.

Mientras tanto, hoy en día se organizan homenajes también a las «víctimas oficiales» catalogados como «víctimas del terrorismo», mientras niegan las víctimas provocadas por el Estado. ¿Cómo hablar de reconciliación si niegan parte de lo ocurrido?

Dicen que las fotos de los presos políticos son un insulto a las víctimas oficiales, sin embargo ocultan que las otras víctimas tenemos que seguir viendo en las calles a los responsables de aquellos y otros muchos hechos sangrantes; aún les vemos pasear, actuar, detener y provocar heridos en nuestras calles y pueblos, sin asumir ninguna responsabilidad.

Dicen que los ex presos políticos deben de estar lejos de las «víctimas». Que lo pregunten en Sartaguda (Nafarroa) o tantos otros pueblos de este País, qué es lo que ha significado vivir al lado de los verdugos fascistas años y años y sin posibilidad de hablar o protestar. La historia se repite tozudamente, quieren olvidar a aquellos miles de muertos y quieren olvidar a los que han producido a lo largo de esa chapuza que llaman «transición», y que no es más que un franquismo sin Franco.

Para cuando un tribunal capaz de reconocer y reparar la brutalidad de todos estos sucesos y sentar en el banquillo a los culpables? ¿Cuándo veremos en la cárcel al policía autor material y a los instigadores políticos del asesinato de Iñaki Quijera? ¿Cuándo veremos en la cárcel a los creadores del GAL? ¿En que cárcel está Galindo? ¿Cuándo veremos juzgar tantos hechos sangrantes que han ocurrido en este pueblo?

Seguramente ese día coincidirá con el día que salgamos de esta época corrupta y antidemocrática y ese día se escribirá la historia real, la historia en mayúsculas, la historia que quieren ocultar, la que no quieren reconocer. Mientras tanto la seguiremos contando a nuestros hijos, igual que hacían nuestros padres con nosotros sabedores que en la escuelas y en los medios de comu- nicación se ocultaba la realidad de la brutal represión y la negación de nuestro pueblo.

En los medios siguen pretendiendo ocultar una parte de la realidad de violencia padecida, solo se habla de una de las violencias, resultando una definición falsa e interesada del concepto de violencia; se ha manipulado la información hasta extremos insospechados, se criminaliza todo aquello que no les interesa con tal de no asumir la responsabilidad que sin duda tienen en lo ocurrido durante décadas. Dentro de la lógica de ellos, tienen que manipular todo para justificar y mantenerse en un poder que no les ha dado la voluntad popular en las urnas en nuestro País.

Nuestro recuerdo a los cientos de víctimas que quieren que olvidemos, para que un día la verdad aflore. Ese día empezará de verdad una nueva era.

Por una Euskal Herria libre, sin presos, sin refugiados, sin muertos de ningún tipo, sin imposiciones, sin ilegalizaciones, por una Euskal Herria que pueda decidir en libertad su futuro en democracia. Por una paz verdadera basada en el respeto y en la justicia y en la reparación a todas las víctimas muertas, heridas y torturadas. El futuro es nuestro, que nadie nos lo arrebate.

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