Obama y Putin llevan al G20 su enfrentamiento sobre Siria
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, intenta lograr apoyos a una intervención militar contra Siria en la cumbre del G20 que comenzó ayer en San Petersburgo, y donde se enfrentó a la reticencia de la mayoría de los países miembros, a la división europea y al rechazo de Rusia y China. Algunos diplomáticos vieron una oportunidad para la estancada vía de la conferencia internacional de Ginebra-2.
GARA | SAN PETERSBURGO
La cumbre del G20 comenzó ayer en San Petersburgo en un ambiente especialmente tenso por el antagonismo del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y de su homólogo ruso, Vladimir Putin, sobre una eventual intervención militar en Siria. Obama llegó a la cumbre -en la que los habituales temas económicos quedaron ensombrecidos por la guerra siria- en busca de apoyos a sus propuesta bélicas, pero se enfrenta a la oposición de los dirigentes rusos y chinos.
Al abrir la cumbre el presidente ruso propuso abordar oficialmente el conflicto en la cena de trabajo, pocos minutos después de un apretón de manos acompañados de sonrisas, más protocolarias que sinceras, entre Putin y Obama, cuyas relaciones son especialmente malas.
Las diferencias entre los dos jefes de Estado no se limitan al conflicto sirio, y se han ido acumulando en los últimos meses hasta llegar a anular la cumbre bilateral prevista en Moscú cuando Rusia concedió asilo provisional al extécnico del espionaje estadounidense Edward Snowden.
Según el diario ruso «Izvestia», Putin y Obama se mantendrían a distancia en torno a la mesa del G20, a pesar de que el protocolo debería haberlos situados a poca distancia.
Previamente, durante un encuentro con el primer ministro japonés, Shizno Abe, Obama declaró que los líderes del G20 deberían «admitir que la utilización de armas químicas en Siria no es solamente una tragedia sino también una violación del derecho internacional que debe ser resuelta». Estados Unidos y sus aliados acusan al Gobierno de Bashar al Assad de haber causado la muerte de cientos de civiles con el uso de armas químicas el pasado 21 de agosto.
«Este G20 está dominado por lo que ocurre a nivel internacional y por la crisis siria», confirmó el presidente francés, François Hollande, el otro gran partidario de atacar Siria, quien se reunió con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, también defensor de la intervención y que ha reforzado sus tropas en la frontera siria. Pero el campo belicista se enfrenta a la oposición rusa y china.
«La situación actual muestra que la solución política es la única vía» posible para solucionar la crisis, declaró un portavoz de la delegación china, que indicó que el presidente chino, Xi Jinping, no tuvo tiempo de hablar sobre la guerra siria durante su encuentro bilateral.
Reactivar «Ginebra 2»
Para añadir más tensión, la embajadora estadounidense en la ONU, Samantya Power afirmó que «incluso después de que Damasco se burlara abiertamente de las normas internacionales que prohiben el uso de armas químicas, Rusia continúa tomando como rehén al Consejo y sustrayéndose de sus obligaciones internacionales», acusó. Power minimizó las recientes declaraciones de Putin, más conciliadoras, en las que señalaba que podría recurrir al Consejo si obtenía pruebas irrefutables de la responsabilidad de Damasco en el uso de armas químicas. «Nada en nuestras relaciones con nuestros golegas rusos nos invita al optimismo y no hemos visto nada en la propuesta de Putin que sugiera una posibilidad de avance en el Consejo de Seguridad», subrayó.
Las declaraciones amenazantes y las intimidaciones se multiplican desde el pasado mércoles y ayer tres navíos de guerra rusos atravesaron el estrecho del Bósforo para situarse cerca de las costas sirias.
En este contexto, la ONU trata de mantener protagonismo y anunció la llegada por sorpresa a Rusia de su enviado especial para el conflicto sirio, Lakhdar Brahimi, para ayudar al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, a convencer a los líderes mundiales de que den pasos para organizar la conferencia internacional sobre Siria, conocida como Ginebra 2. «En momentos en que el mundo está centrado en la preocupación acerca del posible empleo de armas químicas en Siria, debemos apoyar aún más fuerte la Conferencia Internacional sobre Siria. Una solución política es el único medio de evitar un baño de sangre», declaró Ban Ki-moon. Brahimi será invitado hoy a un desayuno de trabajo con los ministros de Exteriores de los países del G20.
En una conferencia que ofreció el miércoles en la Universidad de San Petersburgo, Ban aseguró que, de confirmarse que el régimen sirio empleó armas químicas, «sería una atroz violación de las leyes internacionales», pero señaló que su opción es «seguir presionando a favor de una solución política».
También la Iglesia católica presionó contra una intervención y el papa Francisco escribió una carta a Putin, como presidente del G20, para que promueva una solución de paz en Siria. Ginebra 2 debería reunir al régimen y la oposición sirios y retomar las grandes líneas de un acuerdo internacional para la transición política en Siria, firmadas en junio de 2012. El embajador australiano en la ONU, Gary Quilain, -cuyo país preside el Consejo de Seguridad- estimó que la conferencia sería uno de los principales temas de discusión pese al enfrentamiento en torno a la intervención militar. Pero el abandono de esta vía durente meses hará más difícil fijar una fecha, como esperan algunos diplomáticos.
División europea
Por su parte, los principales países europeos llegaron a la cumbre divididos, con el Estado francés como único abanderado de la intervención -tras el no del Parlamento británico a los deseos del primer ministro, David Cameron,- y una Alemania que no oculta sus reticencias. París -pese a que cuenta con una oposición política interna- busca en San Petersburgo ampliar la «coalición política» en torno a una eventual intervención militar contra Damasco, presionar a Putin para moverlo de sus posiciones y ponerse de acuerdo con su aliado estadounidense.
La canciller alemana, Angela Merkel, se encontró de forma improvisada con presidente francés, François Hollande, y adelantó que «vamos a hablar muy intensamente de Siria. Esta guerra debe acabar y eso solo puede ser de forma política. Alemania no se asociará en ningún caso a una acción militar» .
Los representantes europeos presentes en San Petersburgo, tanto del Estado francés, Alemania, Gran Bretaña, Italia y Estado español, como de la propia UE, esperaban armonizar su postura mientras su homólogo estadounidense, John Kerry, podría unírseles mañana, intentado buscar más apoyos a la intervención. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, estimó que «no existe una solución militar al conflicto sirio» y la responsable de la diplomacia europea, Catherine Ashton, insistió en que la prioridad para el bloque es buscar una solución política y subrayó la importancia de esperar a las conclusiones de Naciones Unidas sobre el uso de armas químicas antes de actuar.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, invitado a una reunión de ministros de Defensa de la UE, lamentó «profundamente las divisiones de la comunidad internacional» y apostó por «una respuesta internacional firme».
Por otra parte, el responsable de la diplomacia siria, Walid Mouallem, se reunirá el lunes en Moscú con su homólogo ruso, Sergei Lavrov, para abordar «un examen completo de la actual situación en Siria».
Sobre el terreno, según el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos, se produjeron intensos combates en Muadamiyat al-Sham y el Ejército bombardeó sectores al sudoeste de Damasco, así como posiciones rebeldes en Idleb, Hama, Latakia y Alepo, mientras los insurgentes lanzaron cohetes hacia el centro de la capital. El barrio de Jobar, al este de Damasco, fue escenario de bombardeos y de enfrentamientos entre soldados y rebeldes.
El responsable de las operaciones humanitarias de la ONU, Valerie Amos, llegó ayer a Damasco para entrevistarse con las autoridades sirias. Casi dos millones de sirios han huido del país, según la ONU, y más de una cuarta parte, refugiados en Líbano, no recibirán ayuda alimentaria a partir de octubre por falta de fondos, según alertó el Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados.
El Gobierno ruso anunció que sus investigaciones en torno al ataque químico ejecutado en marzo en la localidad siria de Jan al Assal, en la provincia de Alepo, que se saldó con al menos 26 muertos y 86 heridos, revelan que la munición utilizada es de tipo artesanal y que no se corresponde con la utilizada por el Ejército. Las muestras tomadas por investigadores rusos en el lugar del ataque, apuntan a que los proyectiles utilizados contenían gas sarín. El informe final, que Rusia ha entregado a la ONU, indica que el proyectil «corresponde con el tipo y parámetros de los lanzacohetes no guiados fabricados en el norte de Siria por la conocida como Brigada Bashair al Nasr» y que la carga del mismo estaba compuesta por ciclonita. «Las pruebas tomadas en el proyectil y en el terreno contienen gas sarín sintetizado de forma no industrial y dispropilfluorofosfato», material usado por «países occidentales para fabricar armas químicas durante la Segunda Guerra Mundial». GARA
Cuatro personas murieron y otras seis resultaron heridas en un atentado con coche bomba al este de Damasco, dañando además numerosos comercios y vehículos. El atentado se produjo cerca de un centro de investigación del ministerio de Industria, según la agencia oficial Sana.
El Partido de la Unión Democrática (PYD), el más fuerte entre la población kurda de Siria, denunció que Turquía está colaborando con Yabhat Al Nusra y otras milicias salafistas en contra de sus posiciones. Acusó a los yihadistas de llevar a cabo una «limpieza étnica» y pidió el apoyo de la UE para hacerles frente, aunque rechaza un ataque militar como el que prepara EEUU.
Hizbulah rechazó ayer la amenaza de un ataque militar contra Sira y acusó a sus promotores, como Estados Unidos, de llevar a cabo un «terrorismo planificado». En un comunicado, Hizbulah, cuya milicia ha participado en el conflicto al lado del Ejército sirio, advirtió de que un ataque «amenazaría la paz civil en la región y en el mundo».
Irán apoyará «hasta el final a Siria» frente a una eventual intervención liderada por Estados nidos contra Damasco, según afirmó el jefe de la Fuerza Qods, unidad de élite del Ejército iraní, Ghassem Soleimani.
Mientras Obama trata de buscar apoyos en el G20 a su intervención militar en Siria, intenta a la vez conseguir la mayoría política que necesita en el Congreso de EEUU, donde no acaba de materializarse, pese al apoyo de los líderes de los grupos que dejan a sus miembros libertad para votar. A la vez que abordaba el tema en la cena de San Petersburgo, su equipo en Washington intentaba lograr de los electos el visto bueno a una ofensiva. Pero la Cámara de Representantes mantiene el escepticismo. En el grupo republicano, -con 233 escaños de un total de 435- aunque el presidente de la Cámara, John Boehner, ha ofrecido su apoyo a Obama, muchos recelan del vacío de poder que provocaría la caída del presidente sirio Bashar al Assad. «No hay una buena solución», opina Michael McCaul, presidente de la Comisión de Seguridad Interior. «Los americanos ven a Assad como un mal actor que usa armas químicas, no hay duda, pero ¿quién está en el otro lado? ¿Quiénes son los rebeldes?», pregunta. El presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, Ed Royce, afirmó que los estadounidenses «no quieren oir hablar de un conflicto alimentado por cuestiones históricas, religiosas o tribales». «He hablado con cientos de personas, mi oficina ha recibido unos 300 correos electrónicos. Y ni uno solo dice que haya que ir a Siria a combatir. No a implicarse en su guerra civil», indica Jeffrey Duncan, del «Tea Party». La Casa Blanca no ahorra esfuerzos. Durante toda la semana sus altos responsables han reunido en el Capitolio a los electos que dudan sobre la demanda de autorización del recurso a la fuerza y el mismo Obama les pidió el apoyo. «Mi credibilidad no está en juego, es la credibilidad de la comunidad internacional la que está en juego, como la de los Estados Unidos y la del Congreso», presionó el presidente. Pero Obama deberá convencer a representantes más preocupados por las primarias de las legislativas de 2014 que por la imagen de EEUU en el mundo. Tras doce años de guerra en Afganistán y la dolorosa experiencia de Irak, los estadounidenses desconfían, más aún en Siria, donde no ven una amenaza para EEUU, y algunos demócratas ya «desertaron« en la aprobación en el Senado de la autorización del recurso a la fuerza. GARA