Las tripas del nuevo San Mamés necesitarán aun de algún que otro `Almax' para digerir el próximo lunes a esos 35.800 aficionados que estrenarán el estadio, eso sí, ensayo general mediante este viernes. Decenas de operarios se afanaban ayer en los interiores y exteriores de la mole, subidos a una simple escalera o suspendidos en el aire, en esa cuenta atrás para ultimar hasta el mínimo detalle, aun cuando el club deberá echar mano el día del debut del consabido `perdonen las molestias'. Los días, de aquí al lunes, no tendrán horas suficientes. Lo que sí está para casi soltar el lazo del regalo es la cara amable del campo, gradas, césped, zona de jugadores, marcador, megafonía... En definitiva, donde estarán puestas todas las miradas y se vivirá el verdadero espectáculo del fútbol.

Ayer hubo visita guiada para que los medios de prensa conozcan dónde y cómo desempeñarán su labor. Bajo un pertinaz sirimiri, hubo posibilidad incluso de pisar el césped artificial lindante con el propio terreno de juego; el otro es sagrado. Antes de llegar a ese punto, los futbolistas encararán su salida al verde a través de un amplio `túnel' decorado por entero de un rojo chillón, cuyo objetivo será motivar desde ese mismo instante al conjunto local. Separados por cristaleras y un pasillo central, ambos equipos descenderán hacia el campo antes de subir las últimas escaleras que dan acceso a la hierba; hasta ese instante no tendrán referencia visual del estadio pero sí escucharán fuera el rugido de la grada, un detalle especialmente dirigido hacia el rival. Fuera, el himno de Athletic tronará desde la potente megafonía como ayer quedó patente aprovechando la visita y que seguro sorprendió a muchos viandantes por las cercanías del estadio.

Realmente enérgica sonará la letra del maestro Carmelo Bernaola, acompañada del griterío de los aficionados, lo que seguro será un plus para los suyos al saltar al césped y, al contrario, un modo de amedrentar al contrario. Quién sabe si este será el primer sello, la primera impronta del nuevo San Mamés.

Son algunos, pocos, de los entresijos del reluciente San Mamés, al que aun le falta la limpieza general, remaches por doquier, hasta acallar alguna que otra gotera y que necesitará de un paciente público, tanto para acceder al interior del campo como para luego ubicarse en su asiento; algunos, como los del anillo inferior entrarán directamente desde la calle a la grada y otros, los de las localidades más altas deberán acostumbrarse a subir unas cuantas escaleras, aun cuando habrá dos ascensores en funcionamiento. Paciencia, condescendencia y, por qué no, acudir con tiempo de sobra al estadio.