Ayer, ante la clamorosa Diada en Catalunya, la caverna mediática seguía revuelta y pataleando, como si sus barbaridades pudieran quitar importancia a la escenificación de la decisión que ya han tomado las catalanas y los catalanes.

«Abc» dedicaba un pequeño titular en su portada al ministro español de Exteriores, Jose Manuel García-Margallo, quien «pide `fórmulas para encajar a Cataluña en España'». Vaya, vaya. Jaime González, con el orgullo patrio herido y bajo el significativo título «Más bloques de hormigón», comenzaba así su pieza al respecto en ese diario: «El ministro de Asuntos Exteriores, hombre sensato, ha propuesto reformar la Constitución para solucionar el «encaje» de Cataluña en España, pero respetando el artículo 2 de la Carta Magna, el que alude a la `indisoluble unidad de la nación'. Es muy de agradecer que García Margallo, hombre sensato, apueste por preservar el artículo 2, pues, en caso contrario y por razones obvias, ya no sería ministro. Ocurre, sin embargo, que lo que demanda el independentismo catalán pasa indefectiblemente por el artículo 2, de manera que la reforma constitucional de Margallo les trae verdaderamente sin cuidado». Pues sí, porque si ese Estado fuera democrático, no tendría una constitución que obliga a formar parte de él a ciertas naciones.

Ofrecía dos «testimonios contra el separatismo», uno de ellos de ángel Fernández, presidente de la plataforma 12-O, quien decía que el Gobierno español «es permisivo con el poco respeto a las leyes de Mas». Para esta gente lo único que cuenta es el respeto a sus leyes. Ellos no tienen que respetar a nadie. ¿Qué sugiere al pedir que Madrid no sea «permisivo»? Y tiene el morro de hablar de respeto.

«La Razón» aseguraba en un puntazo editorial que lo que las catalanas y catalanes independentistas esperan «de la marcha de hoy es una cierta repercusión internacional de su aspiraciones, que para la mayoría de los europeos resultan bastante pintorescas». Como todas sabemos, «La Razón» es el genuino representante de la opinión de la mayoría de los europeos y europeas. Y titulaba su información «11-S: Ofensa a España». Resaltaba que el Parlament «invita a la fiesta independentista de Òmnium», facilitando «a todos los diputados un pase para la `Festa per la Llibertat». Ya, pero si fuese una fiesta de homenaje a las Fuerzas de Seguridad del Estado o al Borbón aplaudirían con las orejas a ese Parlament.