Los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Unión Europea -la troika- que han impedido por el momento la quiebra de Grecia, contemplan que el país debe redistribuir aproximadamente 25.000 empleos de la Administración y eliminar otros 4.000 hasta finales de año. Así, ocho hospitales de Atenas y Salónica serán transformados en simples centros de salud y 1.618 puestos de trabajo de esos establecimientos serán redistribuidos.

La salud pública en Grecia es gratuita, pero el sistema ha estado mal administrado durante décadas y son frecuentes las denuncias por corrupción, mala gestión y despilfarro. Ahora, con la crisis, las autoridades recortan en gasto y personal.

En 2012, el Gobierno impuso un sistema de recetas en línea para detener el abuso de médicos y farmacéuticos sin escrúpulos; y el Ministerio de Salud se concentra ahora en la actividad en algunos grandes hospitales, reduciendo el personal en otros lugares.

El ministro Adonis Georgiadis, expolítico de extrema derecha que prometió que no habría despidos, defendió la reestructuración. No obstante, muchos profesionales están preocupados por- que que estas medidas reducen el número de camas y arruinan la calidad del servicio público.

Los médicos de los hospitales se sumarán la próxima semana a la huelga de dos días convocada en el sector público. El gasto en la Sanidad pública se redujo en un 25% entre 2009 y 2012 y el de los medicamentos pasó de 5,6 millones de euros en 2010 a 3,75 millones en 2011. Estas reducciones la atención sanitaria para muchos griegos, ya que muchas medicinas no están subvencionadas y lo que no ofrece el Estado lo asumirán los centros privados a un precio mayor, según los profesionales del sector.

Kyriakos Souliotis, profesor de Política de la Salud de la Universidad del Peloponeso, advierte de que estos drásticos recortes podrían desestabilizar todo el sector cuando el desempleo y la pobreza se han disparado a con la crisis. «Nadie puede negar los excesos del pasado en los gastos de salud pública -dijo-, pero estamos haciendo todo lo contrario, en exageración y exceso. Los objetivos fiscales en el sector son tan apretados que tememos no poder hacer frente más a ciertos gastos».

Grecia vive su sexto año consecutivo de recesión, con una tasa de desempleo del 27% y las contribuciones a la Seguridad Social lógicamente en caída libre.

«Se necesitan reformas estructurales, pero la crisis económica no es un buen momento para hacer cambios», sostuvo Souliotis.