Hace dos años, corrió sin aliento para escapar de las balas del ultraderechista Anders Breivik en la isla noruega de Utøya. Lejos de amilanarse, Fredric Bjørdal Holen, de 23 años, es uno de los tres superviventes de la matanza en el campamento de las juventudes laboristas elegidos diputados. Otros treinta no lo lograron.

«Muchos han abandonado la política tras la matanza. Yo decidí seguir luchando por todos los que están muertos -69- y no pueden hacerlo por sí mismos», afirma. «Si todos lo hubiéramos dejado, habría supuesto la victoria de Breivik y nuestra derrota». Breivik dijo que quiso castigar al laborismo en el poder por fomentar el multiculturalismo, cuestión que se verá dificultada con la casi segura llegada al poder del xenófobo Partido del Progreso, del que formó parte. Aunque diferenció a Breivik del Partido del Progreso, porque lo considera «mucho más extremo», admitió que esa formación «no nos gusta».

Bjørdal, que hasta ahora trabajaba con los servicios sociales en la atención a jóvenes con problemas, defendió su identidad política laborista al margen de su condición de superviviente.