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jesus valencia | educador social

Las Vueltas queda muy cerca

 

La orografía de Las Vueltas hace honor a su nombre. Una carretera tortuosa permite llegar a este rincón salvadoreño, un pueblecito enclavado en Chalatenango y que se reclina sobre la ladera de una empinada montañona. Su parque alberga los elementos propios de los parques latinoamericanos: la iglesia, el ayuntamiento o el imprescindible quiosco central... Ante ellos discurren las actividades rutinarias de la población: el campesino que regresa con una carga de leña, las vendedoras callejeras, el alumnado que acude al colegio... A un lado del parque, un pequeño monumento recuerda a los combatientes de la última guerra revolucionaria.

Aunque, a decir verdad, los recuerdos de aquella lucha lo impregnan todo. Muchos de sus vecinos se alistaron a la guerrilla que un día memorable tomó la población y ahuyentó al odioso destacamento policial que la controlaba. Aun es posible conversar con personas que, siendo niñas, sobrevivieron a la masacre del río Sumpul; hoy continúan con su trabajo tenaz para recordar a las víctimas y a los responsables de semejante matazón. El FMLN detenta el gobierno de la municipalidad. A la cabeza del equipo, la entrañable compañera Rosita; estructurada durante la guerra en tareas clandestinas y hoy alcaldesa reelecta. Hicieron bien quienes propusieron esta población para celebrar la Jornada de Solidaridad con Euskal Herria.

El FMLN, que mereció tantas adhesiones solidarias, cultiva el internacionalismo como uno de sus rasgos identitarios. Y aunque la simpatía para con el Pueblo Vasco está muy arraigada en toda la República, en Las Vueltas se aprecia una especial querencia con nuestra causa. Allá vivió una vasca ejemplar a la que recuerdan por su vida austera y por su identificación con el pueblo; sin más armas que su arrojo, se enfrentaba a la Policía cuando intentaba detener a alguien. En este municipio se citó Pakito Arriaran con la muerte para no revelar al Ejército secretos militares sustanciales. Una quebrada recóndita y solitaria fue el único testigo de su inmolación. Pronto las gentes de Las Vueltas quisieron conceder a Juancito el vasco el reconocimiento que les merecía. Colocaron una placa recordatoria en el monumento citado y le asignaron un lugar exclusivo en el salón de la municipalidad; cuando la compañera Rosita convoca a pleno, allá está un enorme rostro del vasco esperándoles.

La Jornada Internacionalista tuvo lugar el 9 de septiembre. Tiempo apropiado para la solidaridad entre ambos pueblos. Era 10 de septiembre cuando los militares asesinaron a Begoña en Santa Ana. Y 30 del mismo mes cuando Juancito murió. La representación vasca fue nutrida: los que siguen allá con su medio corazón salvadoreño, los que murieron en aquella pelea y los que, incorporados a la de acá, están encarcelados. También la presencia salvadoreña fue abundante y cálida. Se cumplía lo que decía uno de los paneles expuestos: «El mejor tributo a los internacionalistas caídos en la revolución salvadoreña es practicar nosotros el internacionalismo». Muchas gracias.

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