Raimundo Fitero
La realidad
Tengo la sensación de que se está instaurando una nueva manera de entender el documental, la crónica, el reportaje en el lenguaje televisivo. Se busca de una manera muy clara la parte más morbosa, quizás debido a esa tensión de lograr audiencias al precio que sea, pero que lleva a que todo se convierta en un espectáculo, más que en una narración que nos pueda abrir los ojos ante lo que se nos retrata y transmite. Es una manera de crearnos fogonazos en la cabeza que nos cieguen para entender todo lo que venía antes y lo que hay después de lo narrado de manera fragmentaria. Es como enfocarnos siempre una parte muy precisa de una realidad muy compleja. Estoy pensando ahora mismo en el programa «Encarcelados», que es el colmo de los colmos, una serie que podría llamarse, «españoles por los talegos», y que si bien nos descubre las condiciones en las que están los condenados en algunas prisiones de países que consideramos con una soberbia eurocéntrica tercer mundo, pero que responden a unas circunstancias socio-económicas muy precisas. La última entrega, que ha tendido posteriormente una gran repercusión mediática y en las redes, se refría a una cárcel mixta de Bolivia.Ciertamente era una cárcel repugnante, una suerte de poblado en donde absolutamente todo estaba tasado y se debía pagar por cualquier asunto, incluso por el catre. Las condiciones higiénicas no eran las mejores. Un submundo donde todo se podía conseguir a base de dinero. Los internos se movían con relativa libertad a base de mordidas a los carceleros que nunca aparecieron en el reportaje. Los casos de los individuos con pasaporte español eran patéticos. Con la droga siempre como motivo de fondo. La cuestión es que el propio reportero adquiría un protagonismo especial, y su manera de tratar a los entrevistados y al entorno rechinaba. Algunos casos mostrados provocaban terror. Al día siguiente aparecieron los hijos de una de la s mujeres que confesó padecer cáncer en estado terminal y otra de las presas, ya estaba en Madrid en libertad. Una realidad muy dura, pero quizás nos sea toda la realidad, porque no quepa en este formato o porque no interesa mostrarla.