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Azkuna reaparece en un pleno para avalar su política de derechas y abrazar al PSE

Iñaki Azkuna reapareció fugazmente en el pleno del Consistorio bilbaino para sacar adelante dos asuntos -la recalificación del solar de Panera para permitir la edificación de más viviendas y la modificación del PGOU para restringir la implantación de nuevos centros de culto- que ejemplifican la política de derechas de su gobierno. Sus dos intervenciones fueron breves y en una de ellas el alcalde dejó bien claro que saluda sin ambages el pacto PNV-PSE.

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Agustín GOIKOETXEA | BILBO

Iñaki Azkuna fue el protagonista principal del pleno municipal de ayer en Bilbo. Reapareció en silla de ruedas y mostrando en su rostro las secuelas del duro tratamiento médico que soporta por el cáncer que padece, con 82 días ingresado en el Hospital de Basurto y tres intervenciones quirúrgicas en cinco meses. Visiblemente desmejorado, comenzó saludando a los numerosos medios de comunicación que le esperaban en el hall de la casa consistorial con un «¿Qué pasa, ya vivís?», zanjando preguntas sobre su salud con un «¡A vivir, como decía el otro!».

Después de estar ausente en las últimas cinco sesiones plenarias -desde abril-, el regreso fugaz del alcalde a la actividad política no tuvo solo un carácter simbólico, ya que con su presencia trató de reivindicar su liderazgo -cuestionado desde la oposición- y, al tiempo, permitió que el PNV sacase adelante la recalificación provisional del solar de Panera, en Uribarri, y la modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para prohibir la instalación de nuevos centros de culto en los bajos de edificios residenciales.

Los jeltzales necesitaban de la presencia física de Azkuna, ya que se requería en ambas cuestiones mayoría absoluta (15 votos). En dos breves intervenciones, fijó posición sobre la recalificación de Panera y aprovechó para avalar el pacto de su partido con el PSE. Luego, cuando se discutía sobre las ordenanzas fiscales, abandonó el salón visiblemente cansado.

El primer edil manifestó que PNV y PSE «han ido muchas veces de la mano, en la guerra y en la paz, en la cárcel, en el exilio y en las trincheras. Solo hace falta subir a Artxanda y leer el monumento -en referencia al que recuerda los combates en los que participaron gudaris y milicianos contra las tropas franquistas-, y es legítimo que en estos momentos podamos pactar». Desveló también que fue él quien le pidió al portavoz del PSE, Alfonso Gil, un voto en mayo para que siguiera la tramitación del asunto de Panera, justificándolo «porque en el Parlamento se intercambian argumentos e ideas».

El debate de esa propuesta dejó al descubierto la responsabilidad política del PNV en una gestión muy polémica, que arranca hace 36 años, tal y como rememoró el delegado de Urbanismo, Ibon Areso, quien negó que la densidad sea mayor que en otras zonas, argumentando que el parque Etxebarria está al lado. Incidió en el quebranto económico que se produciría en caso de atender esa solicitud.

El alcalde añadió que es «un escándalo» que se pidan 18 millones de euros por ese solar, advirtiendo de que «se aplicará rigor presupuestario para no dejar pasar ninguna de estas».

Desde EH Bildu, Aitziber Ibaibarriaga acusó a los jeltzales de «meter miedo» con los 18 millones que los herederos del constructor piden al Ayuntamiento y de «castigar» a los vecinos de Uribarri con un incremento de la densidad edificatoria en vez de pactar con el propietario una transferencia de aprovechamiento a otro solar municipal. Tampoco pasó por alto que el Consejo Asesor de Planeamiento dictaminase en contra de la propuesta y no se ha atendido.

Cristina Ruiz (PP) criticó la gestión jeltzale mientras que el PSE estimó que el equipo de gobierno debía haber explicado a los vecinos que no había otra opción para evitar desembolsar los 18 millones. Ambos grupos se abstuvieron y EH Bildu votó en contra.

Detrás de criterios urbanísticos

Con la mayoría absoluta del PNV también salió adelante la aprobación definitiva de la reforma del PGOU para la implantación de centros de culto, que tiene su origen en la apertura de mezquitas en la ciudad. El PP, que demanda una ordenanza específica, se abstuvo mientras EH Bildu y PSE la rechazaban.

Areso negó que exista discriminación hacia otras confesiones que no sea la católica, argumentando que se desea «compatibilizar» los usos urbanísticos y «minimizar las molestias» que vienen denunciando algunos vecinos.

La soberanista Ana Etxarte incidió en que en este asunto se habían impuesto «determinadas posturas que promueven el racismo y la intolerancia, frente al respeto de un derecho fundamental como es la libertad de culto». Denunció que el Consistorio se valía de las normas urbanísticas para excluir a las minorías, algo con un marcado trasfondo ideológico. Auguró que esta regulación generará «marginalidad, discriminación y desigualdad», ya que los afectados se verán obligados a ubicar sus instalaciones en la periferia, lo que negó Areso.

Alfonso Gil comentó que prevé que esta cuestión acabará en el Constitucional español.

subida de tasas

El equipo de gobierno jeltzale sacó adelante las ordenanzas fiscales para 2014, con una subida media de tasas e impuestos municipales del 2,2%. PP y EH Bildu votaron en contra mientras el PSE se abstuvo al aceptarle el PNV diez enmiendas.

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