La milicia islamista Al Shebab responsabilizó al Gobierno de Kenia de la muerte de 137 personas en el centro comercial Westgate de Nairobi. El balance oficial es de 61 civiles muertos, además de cinco asaltantes y seis miembros de las tropas de élite que rastrearon el centro comercial tienda por tienda.

«Kenyatta -por el presidente Uhuru Kenyatta- y su Gobierno son culpables de lo ocurrido en el Westgate y de las vidas de los 137 rehenes que estaban secuestrados por los mujahidines», aseguró a través de Twitter. Denunció que «en un acto de cobardía», las fuerzas de seguridad «dispararon deliberada-mente proyectiles con agentes químicos dentro del edificio».

Su líder, Ahmed Abdi Godane, afirmó que el ataque es un mensaje a los occidentales y a Kenia para que retiren sus tropas de Somalia o, de lo contrario, «se preparen para un baño de sangre en vuestro suelo».

«Tras cuatro días de poner de manifiesto la vulnerabilidad de su país y de no lograr derrotar a los mujahidines, el Gobierno finalizó el asedio de una manera moralmente reprensible», remarcó Al Shebab. Afirmó que «para encubrir su crimen, llevó a cabo la demolición del edificio, enterrando las pruebas y a todos los rehenes bajo los escombros». Tres plantas del centro comercial se vinieron abajo después de que soldados detonaran en su interior una serie de explosivos. Además, un incendio separado debilitó la estructura del edificio recubierto con planchas de mármol. Funcionarios sostuvieron que el fuego fue provocado por milicianos al quemar colchones. Ayer por la mañana aún podía verse humo saliendo de este lujoso centro comercial construido por Israel y muy popular entre los kenianos adinerados y los extranjeros.

Expertos en detonación de explosivos e investigadores registraron ayer las zonas destruidas. Un alto funcionario del Centro Nacional de Operaciones de Desastres reveló la presencia de agentes extranjeros en el lugar de los hechos, aunque no precisó su país de procedencia. Una fuente israelí confirmó el envío de asesores al lugar, donde también hay personal del estadounidense del FBI.

El ministro del Interior, Joshep Ole Lenku, consideró «improbable» que hubiera cuerpos de víctimas civiles bajo los escombros. La Policía investigaba si alguno de los miembros de esta milicia, que exige a Kenia la retirada de tropas de Somalia, tenía alquilado un negocio en el centro comercial.

Según funcionarios estadounidenses citados por el rotativo «New York Times», los asaltantes tenían un plan detallado y armas ocultas de antemano en el centro comercial y contaban con cómplices en el interior que custodiaron las armas, entre otras metralletas y fusiles de asalto similares a los que emplean los soldados kenianos.

Asimismo, tenían planos del sistema de ventilación y algunos de los milicianos aparentemente habían llevado ropa para poder quitarse sus uniformes militares, dejar las armas y escapar camuflados entre los civiles. Las mismas fuentes indicaron que el ataque fue planificado meticulosamente en Somalia.