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Raimundo Fitero

Escote

 

Emma García no se rinde. Su protector, Vasile, le pone todo el equipo que sea necesario para que su apuesta personal en este programa de contenido y formato variable y de nombre «Abre los ojos», no se convierta en un fracaso estrepitoso, que se adjudicaría al propio jefe de Mediaset. Como pasa tantas veces, una desgracia, una muerte, es el agarradero de algunos programas televisivos para crecer en audiencia. Y así fue, la niña china asesinada, unos padres de clase media alta, una entrevista en exclusiva al abuelo paterno, unos invitados con ganas de ahondar en la mierda y un buen escote le han proporcionado un máximo de audiencia.

A esta conductora nacida televisivamente en ese vivero de presentadores desnortados que es ETB, le trae sin cuidado lo que le echen. Ella defenderá la telebasura en todas sus tonalidades hasta la extenuación. Y si es sobre el cadáver de una niña, de unos padres a los que se les imputa homicidio, de una investigación policial y judicial en curso, ni caso, el fin lo justifica todo. Se trata de ganar audiencia. El precio no importa. No hay ética. Hay escote, tacones altos, piruetas, invitados con ganas de hacerse un hueco y algo de cordura. Fue un comisario de policía el que más cordura vertió en la tertulia y un siquiatra forense muy conocido el que recordó que se estaba en un plató televisivo para cortar las ansias de linchamiento de algunos de los tertulianos que querían ya sentencias.

Eso sí, había una exclusiva, una entrevista al abuelo paterno de la niña muerta. Un hombre postrado en un sillón, muy analítico, muy medido en sus declaraciones. Señaló la dependencia emocional de su hijo con la abogada, la madre. Es un caso que ha calado socialmente, está en la conversación cotidiana, no se les niega oportunidad a quienes se acerquen a ello, pero cuando en la televisión se ponen a tratarlo desde el amarillismo más infame e inmisericorde produce náuseas, pero acuden las moscas a la mierda y logró máximo de audiencia. Así somos. En la pelea, «La Sexta noche», que arrancó con el mismo asunto de la niña asesinada, perdió de manera estrepitosa: menos de la mitad de audiencia. No contaron con el factor escote.

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