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Cameron abandona el estado de bienestar a favor de las empresas

La «esperanza» de los conservadores es una promesa oscura para la mayoría británica, una clara vuelta a teorías neoliberales clásicas y el final del estado del bienestar. Cameron se inspira en el thatcherismo y disfraza recortes y privatización bajo el manto de la reforma.

Soledad GALIANA

Tan solo una semana después de la conferencia de partido laborista en Brighton, les llega el turno a los conservadores y a David Cameron, quienes eligieron la ciudad de Manchester como escenario para la reunión del partido tory.

Los focos de atención de la conferencia para los medios fueron la presencia del actual alcalde de Londres, Boris Johnson, al que todos apuntan como la alternativa viable al actual líder y primer ministro británico, David Cameron, y las posibles menciones al partido que por la derecha les está «comiendo» votos a los conservadores, el UKIP de Nigel Farange.

En esos frentes, la conferencia puede considerarse un éxito desde el punto de vista de Cameron. Johnson no se salió del guion, nadie se dignó a recordarle la derrota parlamentaria de su propuesta de ataque militar contra Siria (o la rebelión de algunos de sus propios parlamentarios, que votaron en contra) y las políticas perfiladas por los conservadores para los poco más de doce meses de gobierno intentan recuperar el terreno perdido a la derecha rancia.

El líder tory apuntó a que «la esperanza es conservadora»..., pero esta es una esperanza clasista, que solo algunos se pueden permitir y a la que muchos no pueden aspirar.

Durante su discurso de ayer Cameron anunció el recorte de las ayudas a los desempleados menores de 25 años, apuntando a que deberán optar por empleo o estudios. Los conservadores no quieren a los llamados «ni-nis», pero en el tintero quedaron las respuestas a la preguntas ¿qué tipo de empleo? y ¿cómo se financian esos estudios?

Durante la conferencia, y con la intención de ganarle terreno a Farange, los conservadores anunciaron nuevas políticas para recortar la inmigración y facilitar las expulsiones, claro está que no han explicado cómo pretender dar tales pasos sin renegar de los diferentes tratados de derechos humanos firmados por las sucesivas administraciones. Quizás esta sea la brillante solución a un gran problema de los conservadores, que solo reciben el voto de uno de cada seis inmigrantes. Pero con los mensajes de intolerancia de sus ministros y portavoces, se arriesgan a perder más que lo que ganan. Cuando llegó el momento del discurso de clausura, la estrategia conservadora de cara a las elecciones de 2015 quedó clara. Quieren hacer de la campaña un duelo entre laboristas y conservadores, en la que los liberales y el UKIP quedan relegados a actores de reparto. Uno de los analistas de la BBC se entretuvo contando cuántas veces había nombrado Cameron a los laboristas en su discurso, para descubrir que lo hizo hasta 25 veces, frente a las dos veces que mencionó a sus socios de gobierno, los liberal-demócratas. Veinticinco menciones para desacreditar al principal partido de la oposición, pero especialmente a su líder, Ed Miliband.

Cameron claramente quiere «acabar su trabajo» -hasta quince veces lo afirmó si hemos de creer al periodista de la BBC-, por las declaraciones del final de la crisis fueron probadas falsas en cada ocasión con el recrudecimiento de la recesión. Es por ello que Cameron, y su ministro de economía, George Osborne, insisten en que la continuidad de los conservadores es esencial para la recuperación económica.

Recortes en el sector público

¿Y cómo lo van a hacer? Siendo un partido conservador es fácil de adivinar: las llamadas «reformas» del sector público, que en realidad son «recortes» del servicio público. La «tierra de la oportunidad» de los conservadores son los recortes (es decir, la semiprivatización) de educación y las ayudas a desempleados para empezar... Ya lo han hecho con el servicio postal (en huelga ayer) y lo intentaron con la sanidad... Y lo hicieron con los ferrocarriles y el mantenimiento del trazado ferroviario (este último tuvo que ser renacionalizado debido a una serie de accidentes ocasionados por la desidia de la compañía privada responsable).

Pero sí será una «tierra de oportunidad» para los negocios, a los que los conservadores ofrecen su apoyo porque «beneficios, recortes de impuestos y negocio no son palabras sucias o elitistas» afirma Cameron, aunque desde su punto de vista sí lo es el mantenimiento del nivel de vida, al que los conservadores no están dispuestos a colaborar.

El empresariado apoya el proyecto del primer ministro

La reacción laborista ante los ataques de David Cameron, en la conferencia de los tories en Manchester no se hizo esperar. El líder laborista, Ed Miliband, afirmó que en ningún momento el primer ministro había ofrecido posibles soluciones al encarecimiento del coste de la vida y su impacto en las familias británicas. Por su parte, el líder del partido anti europeísta UKIP, Nigel Farage, exigió una vez más que se renegocie el tratado de membresía de Gran Bretaña con la Unión Europea, que, a su juicio, cuesta a los británicos billones de libras cada año.

Por supuesto, la reacción de los grupos empresariales a las propuestas de Cameron ha sido positiva, apuntando a que habla de «prosperidad». Simon Walker, director general del Instituto de Directores, parafraseó a Cameron para exigirle que implemente sus promesas: «si los recortes de impuestos no son sucios, tengamos algunos más», apuntó. S.G.

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