Ojalá fueran dinosaurios. O calamares gigantes. Pero hoy he despertado y la historia todavía estaba ahí. Sin tocar. Sin recomponer; sin aclarar. Traumatiza despertarse con José Amedo presentando un libro y con el general Rodríguez Galindo recibiendo la libertad condicional, o viendo a Cospedal sugiriendo la ilegalización de Bildu después de conceder a sus funcionarios en Castilla y La Mancha, hora y media de permiso para acudir a misa. No hay día sin que aparezca constancia gráfico de manifestaciones, congregaciones, actos de los fascistas de siempre, descarados, sin tapujos, bendecidos por la iglesia de siempre.

Si nos parece divertido los espectáculos violentos que proporcionan diariamente en los platós de Tele 5, pero la violencia, la auténtica violencia fascista se está alentando con total impunidad y bendición en los platós de 13 TV o Intereconomía, esta en absoluta crisis económica, pero que va a cambiar de nombre y va a continuar emitiendo, aunque sea desde un cuartelillo, porque les va muy bien a toda la caterva tener ese foco contaminante, ese despertar de banderas victoriosas que están preparando un día del Pilar de exaltación y alarde de la violencia fascista especialmente en Catalunya.

Uno despierta para entrar en la pesadilla cotidiana, las mentiras, las amenazas, el comprobar como los estamentos que administran la justicia están absolutamente dedicados a liberar a los corruptos pertenecientes a la banda organizada, que todo funciona dentro de un orden que va a instaurar el pasado, de los dinosaurios sindicales verticales, de las pensiones concebidas como una dádiva y no como un derecho logrado a base de adelantos de capital dados durante toda la vida laboral. Un asco. Es entonces cuando encuentro alguna explicación a la alienación por los culebrones, la vida ominosa de los famosos, el fútbol o el tarot. El personal debe escapar de estos despertares tan amargos como sea. Espantar a los fantasmas o directamente enfrentarse a ellos. Con el mando a distancia las oportunidades son pocas. Entretenerse o entrometerse. Es urgente sacudirse esta pereza mental que nos atrapa y acabar de una vez las vacaciones políticas.