CRíTICA: «Zipi y Zape y el Club de la Canica»
No hay manera de adaptar los tebeos al cine
Mikel INSAUSTI
Ante la imposibilidad manifiesta de hacer algo digno con los tebeos en el cine de imagen real, los productores de «Zipi y Zape y el Club de la Canica» han optado por tirar balones fuera. Del tebeo original de José Escobar solamente toman los nombres de los dos personajes, parte de su aspecto y la relación que les une como mellizos. Se han desentendido enteramente del ambiente familiar en que se movían (no están los padres), y el escolar ha cambiado por completo (no está Don Minervo). La historia que nos cuentan nunca fue publicada, y a eso le llaman actualización. Pero lo cierto es que se han sacado de la manga un producto nuevo con dos viejos mitos infantiles.
Con respecto al personal toque estilístico que Javier Fesser intentó dar a los dibujos de Ibáñez en «La gran aventura de Mortadelo y Filemón», no se ha avanzado nada, ya que el universo de Escobar desaparece en «Zipi y Zape y el Club de la Canica», siendo sustituido por otro inspirado en los libros de Enid Blyton, en la franquicia fantástica de «Harry Potter» y en las películas ochenteras sobre pandillas como «Los Goonies».
Quiere esto decir que un proyecto que en teoría debía partir de un modelo cultural propio, al final no es más que la burda imitación de modelos foráneos. El éxito de «Las aventuras de Tadeo Jones» ha debido influir a la hora de mirar hacia el exterior, a la búsqueda del éxito rápido entre el público menor. Hasta la canción o tema central de la película sigue esa línea comercial, tratándose de «Por siempre», que ejecutan, nunca mejor dicho, Cali & El Dandee.
El reparto no es tan infantil como se les supone a Zipi y Zape, porque aquellos pequeños traviesos aquí se vuelven preadolescentes. Además, ocurre que Raúl Rivas y Daniel Cerezo son rubios, por lo que al segundo le han teñido de moreno para hacer de Zape, y parece todavía más mayor. Tampoco entiendo algunos de los roles adultos, con el guiño de un Javier Gutiérrez tuerto al Falconetti de la serie televisiva de los 70 «Hombre rico, hombre pobre». Y como ayudante tiene al bedel encarnado por Christian Mulas, cuyo sobrenombre es Heidi (sic).