Maite Soroa | msoroa@gara.net
Castigo al castellano
En la prensa de extremo centro son habituales las melonadas, especialmente cuando se refieren a quienes no comparten su querencia por la España una.
En «Abc», Esperanza Aguirre dedicaba su artículo de ayer al conflicto educativo de Baleares, y comenzaba diciendo que en los 35 años «trascurridos desde la aprobación de la Constitución no he conocido ningún caso de ciudadanos españoles que no hayan podido ser escolarizados en su lengua materna... siempre que esa lengua no sea el castellano». Tampoco servidora ha conocido ningún caso de ciudadanas y ciudadanos españoles que no hayan podido ser escolarizados en su lengua materna, pero sí muchos de vascas y vascos que no han podido ser escolarizados en euskara. Espe, guapa, pregunta en Nafarroa.
En «La Razón», Alfonso Ussía ofrecía una alegoría del «desafío independentista» titulada «El hijo antipático» que, sin duda, pasará a las páginas de oro de la literatura española. Se imaginan quién es el hijo antipático, ¿no? Solo, como muestra, el final, cuando «el hijo antipático» se dirige a su familia tras renegar de ella: «'A ti -a su madre-, una advertencia. Deja de llorar porque no vas a convencerme con tus llantos y gimoteos. Te odio. A ti -a su padre-, un aviso. Siempre que lo considere necesario voy a pedirte el dinero que me corresponde, aunque ya no sea oficialmente tu hijo. Y me lo vas a dar por cojones, aunque no los tengas. Y a vosotros -sus hermanos-, haced lo que os salga de las narices sin contar para nada conmigo. Os tengo asco. (...) Me voy a mi casa, porque ésta ya no la considero mía, excepto en lo que respecta al dinero'». Y remata la infantiloide y aparentemente inocente pieza de la siguiente manera: «El hijo separatista dio un portazo. Siempre será un hijo. Lo malo es que su antipatía empieza a resultar insoportable». ¿Qué decir de la simpatía de Ussía?
Federico Jiménez Losantos, en el «El Mundo», dejaba claro que no le cae muy bien, entre otros muchos, el presidente del Barça, a quien llamaba «hincha infatuado», por decir que el derecho a decidir «forma parte de todos los derechos que deben tener personas y pueblos. Es democracia», con lo que Fede no está de acuerdo: «¿Y qué derechos tienen en Cataluña los castellanohablantes, los no nacionalistas? ¿En qué democracia unos cuantos deciden por todos? Ya está bien de jeta y de farsa». Ya, para que «unos cuantos» no decidan por todos, que decidan Federico y, por ejemplo, José Mari Aznar.