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Raimundo Fitero

Lo mismo

 

Triunfan los programas cebolla. Los que se repiten. Triunfan los programas salsa. Los que se enmascaran con ingredientes adheridos a su contenido principal con el fin de parecer lo que no son. O para intentar colar la ilusión que son diferentes a los otros programas que son iguales. Los cocineros son estrellas televisivas. Los programas concursos que denominamos talent show son todos franquicias. Llevamos años viéndolos en los canales de las parabólicas, pero han llegado para instalarse como opciones para captar grandes audiencias. Y lo han hecho con programas clónicos en los dos grupos de televisión comercial privada más importantes.

Pero cocineros, aspirantes, cantantes en sillón y promesas en adobe, los vemos por todos los canales de todos los lugares de la tierra. «La voz», es lo mismo, aquí, allá o acullá. Por cierto en México, David Bisbal es uno de los coachs y hace los mismos gestos, repite las mismas frases, salta como siempre y promociona los mismos productos de peluquería y tintado del pelo. «Master Chef» tiene versiones en todos los territorios con televisión comercial que se precien. Lo curioso es que junto a estas franquicias tan evidentes y universalizadas, compiten otros productos exactamente iguales en su estructura y sus mitologías, que tiene otro nombre muy similar, y que cumplen con los mismo objetivos y se dirigen al mismo tipo de posibles públicos.

Siempre nos dan más de lo mismo, con otros nombres, otros presentadores, otros decorados, pero el mismo producto. Y por lo visto, la clientela no se cansa de repetir con lo mismo. Si ahora tocan cocineros, encumbramos a Chicote, un personaje ramplón, limitado en su vocabulario, pero que se ha hecho familiar en un plis plas porque parece «Uno de los nuestros», título de un espacio como «La voz», pero un poquito con más dulce y caspa. Los nuevos formatos no proporcionan los resultados de audiencia suficientes. En las cadenas de pago o la TDT encontramos algunas variables, pero no alcanzan números para competir en abierto. Nos atosigan con los programas de arreglos de casas, pero nadie los copia porque no está el horno para bollos. De momento una dieta de más de lo mismo.