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Asier Imaz, Txomin Lorca Secretario de la Federación de Industria y miembro de la Comisión Socioeconómica de LAB

Basta ya de lamentos hipócritas

Por desgracia el preconcurso de Fagor Electrodomésticos no es más que la punta del iceberg de una permanente pérdida de empleo y cierre de empresas en Euskal Herria. Que una empresa emblemática a nivel industrial y de arraigo en el territorio se encuentre en esta situación es la prueba más evidente del fracaso del actual modelo económico y hay que ser consecuentes con ello.

No podemos sostener por más tiempo esta situación de muerte a plazos de la industria vasca ante la incapacidad plañidera de nuestras instituciones para hacer frente al problema. Esta es la conclusión fundamental que deberíamos sacar de esta situación.

Alguien estos días se preguntaba por qué los alemanes pueden vender electrodomésticos aquí y nosotros no. La respuesta probablemente la encontremos en que Alemania tiene un modelo institucional que le permite articular un espacio económico propio y desarrollar políticas económicas en función de las necesidades de su tejido productivo. Así protege su modelo productivo, su empleo y en consecuencia sus servicios públicos. Esto es precisamente lo que nos falta a nosotras y nosotros.

Nuestros políticos se lamentan un día sí y otro también del cierre de empresas, del desempleo, de la creciente pobreza, de que no hay crédito... Se pasan los años de legislatura lamentándose y acudiendo a funerales de sectores cada vez más amplios de nuestra economía, repartiendo palmaditas en la espalda entre los directamente afectados.

El fracaso del modelo político institucional que hoy sufrimos en Euskal Herria es y ha sido patente en la gestación de la crisis, en la misma crisis y en la hipotética salida de la misma. No tenemos instituciones con capacidad para abordar una estrategia de país en función de nuestras posibilidades y recursos al igual que otros países europeos tienen.

Con decir que la crisis tiene connotaciones internacionales inevitables no es suficiente. No es internacional dirigir la caja más saneada del Estado a especular con el dinero vasco mientras esta vende su participación en las empresas tractoras de la economía. Tampoco lo es asumir una reforma laboral que facilita el empleo precario y los despidos. Menos aún la reforma de negociación colectiva que da vía libre a la competencia interna entre nuestras empresas mediante la destrucción de derechos laborales, esto es letal para nuestro tejido productivo. Todo esto no es internacional, es de cosecha española y marca neoliberal.

Si se siguen haciendo las mismas políticas económicas que dieron origen a la crisis no se puede salir de ella. Es contraproducente dedicar los recursos públicos a salvar la cuenta de resultados de los bancos y meter para ello la mano en el bolsillo de las trabajadoras y trabajadores. No es posible activar la economía recortando servicios públicos y rebajando los salarios, así se destroza el consumo interno. No es posible destruir los servicios públicos y esperar que la brecha entre ricos y pobres disminuya. Desde estas medidas no hay salida, sólo hay pobreza.

No es casualidad que la mayor parte de nuestros políticos e instituciones nos comparen con el Estado español. Claro, la estadística vasca de empleo y pobreza es mejor, va por delante si pero ¿hasta cuándo? Ni se les pasa por la cabeza compararnos con Alemania cuando su renta per capita, modelo productivo y productividad es más parecida a la nuestra. Pero su inversión en gasto social, en I+D+i, en crédito a las empresas nada tiene que ver con la nuestra. Qué vamos a contar de su política fiscal. Las medidas que se están tomando en esta crisis, lejos de acercar el modelo vasco al alemán, están provocando que la brecha sea cada vez mayor.

Son unos hipócritas. Saben que para activar la economía vasca hay que impulsar sobre todo la demanda interna. Recursos los hay más que suficientes. Pero los recursos solo se van a encontrar dejando de estar a las órdenes de los especuladores a los que las consecuencias sociales y territoriales de su negocio les importan un pimiento. Estos solo buscan dividendo, a costa de los salarios y las condiciones laborales, de los cambios fiscales que les beneficien y del empeoramiento de las condiciones sociales y medioambientales.

Por desgracia este es el modelo estrepitosamente fracasado al que se aferran nuestros políticos. Las instituciones vascas tienen la responsabilidad insustituible de actuar. Hay que adoptar cuantas medidas sean necesarias para generar empleo de calidad, invertir en el tejido productivo y mejorar sustancialmente las condiciones de vida y trabajo de la ciudadanía vasca. No se puede hacer trampas vistiéndose de duelo cuando vienen mal dadas y hacer lo mismo de siempre cuando pasa la tormenta. Es irresponsable pretender resolver los problemas con meras campañas de imagen para tratar de salir bien en la foto y nada más.

Es urgente abordar la situación en consonancia con el nivel del problema. Necesitamos un acuerdo de país con recorrido para hacer frente al problema y para converger con los países europeos de similar productividad y renta per cápita a la nuestra. Seguir haciendo lo que imponen desde Madrid nos aleja cada vez más de Europa y nos asimila a una economía en quiebra como la española.

Demandamos al conjunto de las instituciones vascas impulsar una estrategia como pueblo para salir de este atolladero. Demandamos para hoy mejor que para mañana:

Acordar un plan inmediato y urgente entre el conjunto de las instituciones y los agentes sociales y sindicales de este país para crear empleo de calidad, desarrollando los servicios públicos, fomentando la inversión pública y privada en el desarrollo y mejora de nuestro tejido productivo, generar un marco propio de negociación colectiva, y adecuar las políticas públicas al logro de estos objetivos. Todas las personas a falta de un empleo de calidad deben acceder indefinidamente a un subsidio de desempleo o una renta básica que les permita acceder a unas condiciones de vida dignas.

Disponer de un sistema financiero público vasco con capacidad de impulsar nuestro tejido productivo. Impedir para ello la liquidación de las Cajas Vascas Kutxabank y su venta al mejor postor, crear instrumentos efectivos de crédito para apoyar la pequeña y mediana empresa vasca, disponer de la capacidad para organizar el sistema bancario en Euskal Herria.

Reparto equitativo de la riqueza. Tanto desde la actividad privada como pública, mediante la mejora del poder adquisitivo de los salarios, SMI de acuerdo con la Carta Social Europea y mejora de las condiciones de trabajo; una fiscalidad equitativa y progresiva en su tributación, la persecución efectiva del fraude fiscal y la soberanía fiscal para tomar nuestras propias decisiones.

Disponer sin intermediarios de las cotizaciones sociales de empresas y trabajadores y trabajadoras vascas para hacer una política efectiva, de las políticas activas y pasivas de empleo, en función de nuestras necesidades sociales y productivas.

Garantizar aquí y ahora por parte de las instituciones y agentes sociales y sindicales vascos las pensiones públicas y un sistema vasco de protección social que permita a las personas disponer de los recursos necesarios para acceder a unas condiciones de vida dignas.

Generar un marco de participación institu-cional real para que los agentes sociales y sin-dicales tengan posibilidades de participar en el diseño y evaluación de las políticas públicas.

La Corporación Mondragon debe asumir su responsabilidad para presentar un plan de viabilidad que refuerce la capacidad productiva de la empresa y mantenga el empleo existente. Ha demostrado que es capaz de generar capital; hoy y ahora debe demostrar que es capaz de dar una alternativa a la totalidad del empleo y no dejar a nadie en la calle. Los trabajadores y las trabajadoras de Euskal Herria, seamos cooperativistas o no, debemos tener claro que la solución empieza por nosotros y nosotras, desde la movilización, desde la lucha. Desde LAB negamos la mayor: Fagor como el resto de las empresas de nuestro tejido productivo tienen alternativa, desde el mantenimiento del empleo y las condiciones laborales, desde la inversión y la mejora continua, desde la formación, desde la participación e impulso público.

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