Nada más conocerse el sentido de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo y una vez admitida, a regañadientes, la obligatoriedad de su aplicación, diversos estamentos del Estado han hecho hincapié en la posibilidad de retrasar o escalonar la excarcelación de los presos y presas cuya puesta en libertad debería ser inmediata. Se exponen como excusa los sentimientos de las víctimas de las acciones de ETA, la misma coartada, por cierto, que ha posibilitado la aprobación del Estatuto de Víctima, un despropósito judicial que permite interferir en el proceso legal a quien no debe tener potestad para hacerlo.

La decisión adoptada ayer por la Audiencia Nacional tiene ese objetivo dilatorio que algunos sectores llevan días reclamando. Al delegar en el Tribunal Supremo y el Constitucional la responsabilidad de tramitar los expedientes que constan en su haber, y fijar reuniones semanales a partir del 8 de noviembre para ir decidiendo sobre el resto, el tribunal especial maniobra ante un fallo contundente, que no admite interpretaciones y que debe llevarse a efecto a la mayor brevedad posible. Y es que, tal como indicaron representantes de Etxerat, cada minuto que pasa se profundiza en la injusticia cometida contra personas que llevan acumulados doscientos años de prisión añadida. Un elemental ejercicio de respeto de los derechos humanos debería conllevar la aplicación de oficio de la sentencia europea, pero los poderes del Estado han optado por ganar tiempo.

Se trata de un proceder muy acorde con la cultura política española, pero es improbable que actuando de esta forma obtengan ningún beneficio. Por supuesto, consiguen alargar la tropelía contra las personas encarceladas y el sufrimiento de sus allegados, pero difícilmente ganará nada el Estado demorando durante semanas el trámite de excarcelación de los presos y presas con el consiguiente despliegue mediático y cascada de reacciones. Si no les importa el respeto a la justicia y los derechos humanos, y si realmente les molesta aplicar la sentencia, aunque solo sea por egoísmo mejor harían en pasar el trago lo más rápido posible.