«Triana, recuerdos de una noche», homenajea a Jesús de la Rosa
El 13 de octubre de 1983, el grupo Triana regresaba de madrugada a Madrid tras haber participado en un festival benéfico en favor de los damnificados por las inundaciones en Euskal Herria. Poco antes de llegar a Burgos, un accidente de tráfico acababa con Jesús de la Rosa.
Pablo CABEZA | BILBO
Las inundaciones de 1983 provocaron la solidaridad de muchos colectivos, entre ellos el musical. En el Velódromo de Anoeta se organiza un festival en beneficio de los damnificados por las extremas lluvias. En la noche del 13 de octubre participa el grupo Triana, trío que conseguía fundir el rock y el rock progresivo con el folk andaluz eficazmente, aunque con el desagrado de un buen numero de voces opuestas al supuesto experimento espurio.
Tras el choque frontal contra una furgoneta en las proximidades de Burgos, a Juan de la Rosa se le traslada al hospital, donde fallece el 14. Se da, además, la circunstancia de que esa actuación en Donosía ccierra la gira anual.
Su muerte conmovió a toda la escena musical. Triana dejaba tras de sí «Triana», conocido por la portada como «El patio», «Hijos del agobio», «Sombra y luz», «Un encuentro «, «Un mal sueño» y «Llegó el día», editado en el 83 y curiosamente el que servía de motivo de gira ese año.
Los tres primeros discos, del 75 al 79, rompen esquemas al tiempo que exploran lo que parecía inimaginable, pero si algo tuvieron los setenta fue su inagotable capacidad para soñar. Su propuesta cala al tiempo que van surgiendo otras formaciones que prolongan el camino. Guadalquivir, Granada, Imán o Medina Azahara, quienes a pesar de las diferencias, les deben el éxito que todos alcanzaron. El rock andaluz pasa a ser un género de por sí. No obstante, Triana, con sus teclados, sus sintetizadores, sus solos eléctricos y sus guitarras españolas por bulerías o soleares, son los más grandes.
A 30 años de la muerte de Jesús de la Rosa se publica «Triana. Recuerdos de una historia», doble recopilatorio de veintiséis canciones desfasadas para la juventud actual y de intenso recuerdo para quienes dejaron su juventud entre el humo de los bares, los porritos y el sonido de canciones como «Señor troncoso», «En el lago», Rumor», «Quiero contarte», «Una noche de amor desesperada», «Sé de un lugar», donde ya se añaden toques de fusión jazzera, o «Abre la puerta niña que el día va a comenzar, se marchan todos los sueños, qué pena da despertar... Hay una fuente niña, que la llaman del amor, donde bailan los luceros y la luna con el sol», imperecedera canción donde los teclados y los sintetizadores envuelven el aire con guitarra española, taconeos y desmadre eléctrico final más allá de los ocho minutos.
Inicios
Al margen de historias previas juveniles como Tabaca, Triana nace en Sevilla con Jesús de la Rosa, Eduardo Rodríguez Rodway y Juan José Palacios «Tele», también fallecido. Por aquellos días de la mitad de los setenta también participa Manuel Molina, que pronto les deja al entender que el camino de Triana es demasiado rockero para sus intenciones. Molina dejaría una canción en el repertorio de Triana, «Todo es de color».
Manuel Molina y Dolores Montota forman Lole y Manuel, influidos en un principio por la filosofía jipi, y «Todo es de color», revisada según el nuevo flamenco, fue un éxito. Del matrimonio nace Alba Molina.
En 1995, Tele decide reanimar Triana, pero lo ofrecido es un producto de baja calidad que solo consigue ensuciar el recuerdo del trío. Tele fallece en 2002 al reventársele la vena aorta. Es quien posee los derechos del nombre, fue el más listo, y su viuda permite que uno de los cantantes de la última época retome en 2007 el nombre de Triana.
Gonzalo García-Pelayo es un madrileño de familia andaluza. Fue el productor musical de la mayor parte de los discos de Triana y elemento esencial en la consolidación del rock andaluz. También ha producido a artistas como Quilapayún, Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Labordeta, Barra Libre, Granada, Gualberto, Tílburi, Goma... y Lole y Manuel. Ha ejercido de director de cine, locutor de radio y apoderado de toreros. Tras descubrir un sistema de juego (informatizado) que le permitía adquirir ventaja ante los mínimos fallos de equilibrio encontrados en las mesas de ruletas, García-Pelayo organiza a miembros de su familia para jugar en el Casino Gran Madrid, donde, previamente, diferentes peronas van tomando nota de las series de números que va dejando la ruleta. Tras prohibírsele la entrada, juega por diferentes casinos de medio mundo, ganando más de 250 millones de pesetas. Su historia queda reflejada en un libro, un documental y una película, The Pelayos. Actualmente continúa teorizando sobre el azar y las probabilidades, especialmente en quinielas y el pócker online. P.C.
Han pasado más de treinta y cinco años desde el primer sorpresivo álbum de Triana. Se lleva el pop bailable deslavado, de golpes marcados, pero aún hay bares y amables salones en los que Triana continúa uniendo el espíritu jipi con la perversa realidad.