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El e-cigarro: un nuevo producto de venta libre que crea controversia sobre la adicción

El debate sobre el cigarro electrónico ha invadido en los últimos meses los medios de comunicación. Un informe que alertaba de su toxicidad y un examen por parte del Parlamento Europeo para limitar su comercialización han creado inquietud. De momento, sigue estando a la venta libre.

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Ainize BUTRON

Los cigarrillos electrónicos aparecieron en el mercado hace ya dos años. En venta libre en estancos y por Internet, durante los últimos meses las tiendas especializadas en este producto han ido aumentando en las ciudades. Desde setiembre, Baiona cuenta con tres establecimientos de este tipo, muestra del «entusiasmo» que provoca el nuevo utensilio entre los fumadores.

Recientemente, Barbara Champagnac, de la tienda VAP Story, vendió en un solo día, un jueves, doce vaporizadores personales. «Los clientes son, esencialmente, fumadores que ven en el vaporizador la posibilidad de dejar, o al menos disminuir, el consumo del tabaco», comenta la vendedora. Ella misma es fumadora. «Fumaba hasta dos paquetes diarios, y ahora he disminuido muchísimo. Solo mantengo los dos cigarros de placer que se tiene, como fumador, después de comer y de cenar», prosigue.

Pero, ¿qué hay del debate sobre la toxicidad del producto o sobre su efecto real en el proceso de dejar de fumar? El Parlamento Europeo ha examinado este mes la posibilidad de limitar la venta del producto a las farmacias, para poder controlar mejor su contenido y su fabricación, y últimamente el Gobierno francés decidió prohibir su uso en los lugares públicos.

Mientras el Parlamento de Estrasburgo descartaba la limitación, tabacólogos y adictólogos reunidos en un congreso en Biarritz subrayaron que «hay que seguir de cerca» la evolución del producto y sus consecuencias, aunque consideran que el riesgo para la salud del e-cigarro sigue siendo, «en comparación con el tabaco, mucho menor».

El neumólogo Gérard Mathern, presidente de la Sociedad Francesa de Tabacólogos, intervino en el coloquio presentándose como defensor del e-cigarro. Para explicar su posición insistió en que el mayor problema es el cáncer. «El e-cigarro no contiene monóxido de carbono, que favorece, incluso en absorción pasiva, la aparición de enfermedades como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares», insistió. La presencia en el producto de propileo glicol, de glicerina y de ciertos elementos aromáticos son los elementos que más suspicacias provocan, hoy en día, respecto al e-cigarro. Para Mathern, aun conteniendo esos productos, el VAP «permite proteger del tabaco». «Es verdad que no se sabe cuáles podrían ser las consecuencias de la inhalación de estos productos de aquí a diez años, pero el propileo glicol y la glicerina existen actualmente en muchos productos de consumo diario, como en el inhalador que usan los asmáticos. Aun así, es importante que haya un control sobre la venta, para seguir de cerca su evolución».

Paliativo, pero no cura la dependencia

Por la presencia de la nicotina en los vaporizadores y, sobre todo, porque permite mantener el hábito de fumar, los expertos como Mathern consideran el cigarro electrónico como un «paliativo que no cura la dependencia». «Los vaporizadores disminuyen el síndrome de abstinencia y permiten bajar el consumo de cigarros. Es un método adicional al proceso de dejar de fumar que hay que estudiar, pero no es un medicamento porque no tenemos pruebas de la inocuidad del producto», puntualizó.

El 97% de los usuarios del vaporizador son fumadores. Aunque los VAP son menos nocivos que el tabaco, mantienen la adicción. «Es la primera vez que una adicción no tiene consecuencias en la economía, en la salud y en la sanidad social de los usuarios. Esta situación crea un problema ético», señaló Mathern reflejando, de esta forma, los curiosos debates que provoca este producto.

A primera vista, aparece como una solución milagrosa para dejar de fumar pero, según los usuarios y los expertos, abandonar esta adicción sigue dependiendo de la necesidad o el deseo de cada persona.

De hecho, el tabaco está considerado por los expertos como uno de los productos más adictivos en la gama de toxicología. «La dependencia se instala rápidamente e, incluso utilizando un placebo, solo el 8% consigue dejarlo. En comparación con otras drogas, es muy difícil dejar el tabaco cuando se es adicto», aseveró Nathalie Wirth, del Centro Hospitalario Universitario de Nancy, que también participó en el congreso de Biarritz.

Menane Oxandabaratz, por su parte, compró hace dos años el primer modelo de cigarro electrónico, y hace seis meses se decidió por el vaporizador. Su idea era disminuir el consumo diario de cigarrillos, pero con el tiempo se ha dado cuenta de que el e-cigarro no le «saciaba». «Mientras una no este mentalizada para dejarlo, no lo hará», asume. Y pone el ejemplo de su hermano, quien, tras un ataque al corazón, se pasó al electrónico. «A él le funcionó; yo sigo fumando un paquete al día», confiesa.

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El 97% de los usuarios del e-cigarro o VAP son fumadores, lo que indica que este producto no disminuye la adicción al tabaco.

Miedo a que las empresas de tabaco entren en el mercado

El presidente de la Sociedad Francesa de Tabacólogos, Gérard Mathern, explicó, en Biarritz, que está en contra de la limitación de la venta del e-cigarro a las farmacias y también rechaza la prohibición de su uso en los espacios públicos. En cambio, dijo que está preocupado ante el interés mostrado por las empresas tabaqueras respecto a este producto. «Las tiendas especializadas de e-cigarros siguen una formación con oncólogos y neumólogos para dosificar el producto. Lo hacen muy bien. Pero no tengo ninguna confianza en las compañías de tabaco. Sus productos tendrán de por sí nicotina y son muy fuertes en marketing», indicó. A.B.

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