El Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo dice claro: la `doctrina Parot' ha sido un ejemplo claro de perversión jurídica. Una doctrina impropia de un estado de derecho, que traiciona sus principios fundamentales : la seguridad jurídica y la prohibición de leyes retroactivas.

(...) La política de la `doctrina Parot' añade un elemento de obscenidad al drama jurídico: la utilización del dolor de las víctimas sin escrúpulos.

Debemos denunciar también, que detrás de la ingeniería jurídica que supone no admitir la aplicación de las leyes penales para alargar de forma discriminatoria las condenas prevalece la voluntad política de alimentar un conflicto como el vasco. En todo ello, para algunos la rentabilidad de la violencia, en términos electorales, ha sido demasiado tentadora.

Ahora, el derecho se impone y la justicia europea pone nuevamente orden democrático en un estado, el español, que demasiado a menudo resulta condenado.

La cuestión penitenciaria vasca, gracias a Europa, puede avanzar hacia un escenario de esperanza. Debemos recordar hoy que el conflicto norirlandés fue resuelto gracias a la gran implicación europea.