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El templo de la música de París es punk

Javier ALBISU- EFE | PARÍS

Hijo bastardo del fracaso de las revoluciones utópicas y una de las últimas vanguardias del siglo XX, el punk europeo llega a París con una exposición que busca hacerle un hueco en la historia del arte contemporáneo a esa implacable respuesta sonora, visual y política que proclamaba: «No hay futuro».

«Hoy nos cuesta imaginar cómo de cerrada era la sociedad de la época y cómo de bloqueado podía parecer el contexto político y social», resume Éric de Chassey, el comisario de la muestra «Europunk», que puede visitarse en la Ciudad de la Música de París hasta el 19 de enero. Con sus canciones cortas y agresivas, con sus crestas, imperdibles y sus tachuelas, llegó una vanguardia de ruptura para convertirse en uno de los «grandes movimientos que intentaba cambiar el mundo, aunque no supiera muy bien en qué», agrega Chassey.

El comisario, también director del Palacio de los Médicis de Roma, ha concebido esta mirada al punk europeo entre 1976 y 1980 como el testimonio de una contracultura, generalmente alejada de los museos y de las instituciones, que surgió en una Europa en crisis donde la juventud se sentía desilusionada por la inoperancia de movimientos como el Mayo del 68.

El recorrido se inicia con los acordes de Sex Pistols en 1976, en la emisión de la BBC «So it goes», donde la banda londinense liderada por Johnny Rotten -y antes de la llegada de Sid Vicious- empezó a lanzar al mundo sus gritos de rabia con «Anarchy in the UK». «Soy un anticristo / soy un anarquista / no sé lo que quiero / pero sé cómo conseguirlo», cantó Rotten. Había nacido el punk, movimiento que se despliega en la muestra a través de 500 documentos como posters, fanzines, portadas de discos, ropa, abundante material audiovisual y una sala de ensayo donde los visitantes pueden atreverse explorar su lado más punk.

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