GARA > Idatzia > Iritzia> Jo puntua

Jon Odriozola Periodista

El espíritu de la colmena

Esta es la «democracia» que se exporta como desiderátum y Jano bifronte: votos, elecciones, por un lado, y corrupción, lujo, miseria, suicidios, paro, alienación, pelotazos, por otro

Como profesionales troleros que son los gobiernos burgueses mendaces, yo también contaré un cuento que, luego, se verá que no es mío, y empieza así: «Había una colmena que se parecía a una sociedad humana bien ordenada. No faltaban en ella ni los bribones, ni los malos médicos, ni los malos sacerdotes, ni los malos soldados, ni los malos ministros. Por descontado, tenía una mala reina. Todos los días se cometían fraudes en esta colmena; y la justicia, llamada a reprimir la corrupción, era ella misma corruptible. En suma, cada profesión estaba llena de vicios. Pero la nación no era por ello menos próspera. En efecto, los vicios de los particulares contribuían a la felicidad pública.

Pero se produjo un cambio en el espíritu de las abejas, que tuvieron la singular idea de no querer ya nada más que honradez y virtud. Fue la ruina de toda la colmena. Como se eliminaron los excesos, desaparecieron las enfermedades y no se necesitaron más médicos. Como se acabaron las disputas, no hubo más procesos y, de esta forma, no se necesitaron ya ni abogados ni jueces. Las abejas, que se volvieron económicas y moderadas, no gastaron ya nada: no más lujos, no más arte. La desolación,en definitiva».

Hasta aquí la cita, que diría Rajoy. Que está sacada, como el avisado lector ya habrá adivinado, de Bernard de Mandeville y su «La fábula de las abejas, o cómo los vicios privados hacen la prosperidad pública», publicado en 1714.

Mandeville -entre bromas y veras- mantenía que la generalización de la virtud (lo que hoy llamaríamos un contribuyente, un pringao) lleva a la destrucción de la propia sociedad y, por contra, los vicios privados, el egoísmo y la avaricia (algo nada escolástico-aristotélico), generan el progreso y el beneficio público. Trata de legitimar -escribe Antonio Antón- los valores que, como el utilitarismo, favorecen la expansión del nuevo capitalismo. Los vicios privados generan riqueza y, por tanto, son un beneficio público. La ambición, la avaricia y hasta la hipocresía son las bases fundamentales para la constitución de la sociedad.

Adam Smith, hombre cabal, hablaría de la «mano invisible» y el egoísmo sensato del tendero como motor del libre desenvolvimiento de la economía mercantil en una sociedad liberal. Antes que él, el renancentista Lorenzo Valla decía que una prostituta contribuía más a la circulación monetaria -del dinero- que las «manos muertas» de un monasterio.

La fábula de Mandeville viene a ser una alegoría de la «anarquía de la producción» bajo el capitalismo estudiado y destripado por ese genio que era Carlos Marx. Todo desorden (y no igualo anarquía con desorden, ni mucho menos) obediente a la entropía y al segundo principio de la termodinámica. Y, sin embargo, esta es la «democracia» que se exporta como desiderátum y Jano bifronte: votos, elecciones, por un lado, y corrupción, lujo, miseria, suicidios, paro, alienación, pelotazos, por otro. Pero, esto sí, en el «mundo libre», el mejor de los mundos posibles leibnizianos.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo