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Floren Aoiz | www.elomendia.com

Cuidado con el macarra narcisista

Hay gente que precisamente ahora quiere mensajes duros y posiciones firmes, arrogantes, incluso macarras. Gente que aplaudiría a un tipo chulo que no se corte, pagado de sí mismo, que ofrezca una imagen autoritaria con la que identificarse

No es un personaje de una serie yanqui, no encaja en el perfil del psicópata o sociópata. Tampoco es el tipo que uno espera encontrar en un callejón sin luz y lleno de humo o sobre una Harley Davidson en una novela negra. El tipo no aprieta el gatillo, ni gasta navaja ni mueve amenazadoramente cadenas o un puño americano. No es su estilo. Es muchísimo más peligroso, porque es una persona de carne y hueso y, sobre todo, porque se mueve en un mundo donde las decisiones implican la posibilidad de arruinar la vida a millones de personas.

Se codea con gente tan peligrosa como él. Ninguno de ellos se mancha las manos de sangre. Levitan sobre la mundana vida de la gente corriente, sin llegar nunca a contaminarse con el sudor ajeno: tienen servidores que se ensucian por ellos. Les repugna la mera idea de alguien destripado, aunque toman decisiones que harán que eso les ocurra a muchas personas. Personas que sólo son daños colaterales para estos macarras. Sí, macarras. De ellos hablo, y más concretamente del macarra que ha escrito en sus memorias que él no estuvo detrás del fallido golpe de estado en Venezuela, ya que de haber sido así la intentona habría triunfado.  

Ni el pájaro que blande una navaja en una calle apartada, ni el chulo de camisa de tirantes que muestra un pistolón llegarían jamás a imaginar semejante macarrada. Pero no se trata de una simple boutade. Aznar se presenta como un alto dignatario de prestigio internacional, el hombre más preparado para llevar el timón del estado y poner a España en la primera línea de la política mundial. Los modelos dominantes de psicópata, sociópata o macarra no suelen aplicarse a gentuza como Aznar. Quedan reservados para quienes son expulsados de la sociedad o para enemigos del poder establecido. Pero pocos merecen tanto como él ser llamados macarras. Y macarra peligroso, porque sus macarradas pueden hacer un daño inmenso. Tanto más cuando se le añade un narcisismo desbocado.

Aznar se cree el ómbligo del mundo y está rodeado de personajes y grupos que no dejan de reforzar su fantasía. Su ego se expande fagocitando a cualquiera que se preste, sean pperos resentidos o asociaciones de víctimas de ETA. Hay gente, incluídas personas con mucho poder, que precisamente ahora quiere mensajes duros y posiciones firmes, arrogantes, incluso macarras. Gente que aplaudiría a un tipo chulo que no se corte, pagado de sí mismo, que ofrezca una imagen autoritaria, con la que identificarse. Alguien que ayude a responder en clave narcisista al complejo de inferioridad desatado tras el desafío catalán, la incapacidad de vender el cuento de la derrota de ETA o la intervención de la economía por Alemania y los mercados. Un referente fuerte que responda a la bofetada deEstrasburgo. Alguien que recuerde que España fue un imperio y que haga creer que cuando menos, puede evitar romperse en mil pedazos. En el presente clima de crisis y descomposición del régimen, personajes de ese pelo pueden adquirir protagonismo. Uno de ellos es Aznar, no el único, pero sí uno de los más peligrosos. ¡Al loro!

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