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Gara > Idatzia > Kultura 2006-03-16
Orfebres y plateros, un oficio en extinción
·La Diputación de Bizkaia abre una muestra sobre el mundo de la orfebrería y expone más de 150 piezas históricas

Los objetos elaborados con metales preciosos han ejercido históricamente un especial atractivo sobre todas las culturas. Poco se sabe, sin embargo, del camino que lleva a un mineral en bruto a convertirse en una obra de arte, un proceso largo y trabajoso que requiere de técnicas y habilidades especiales. Una exposición abierta en la sala Ondare de la Diputación (María Díaz de Haro, 11, Bilbo) recorre el mundo de los orfebres, un oficio en extinción.

BILBO

“Orfebres y plateros. El taller de Eloy García” es una incursión en el mundo de la orfebrería y la platería tradicional que tiene por protagonista a Eloy García, uno de los últimos artesanos de Bizkaia en esta modalidad. La exposición, que permanecerá abierta hasta el 27 de mayo, acerca al espectador a las técnicas utilizadas en este oficio, así como a su historia, a través de la exhibición de piezas de plata, herramientas, libros, documentos, grabados y dibujos. Todo ello, con las demostraciones que realizará en directo Eloy García, orfebre, platero y broncista en activo, en cuyo taller de la calle Iturribide de Bilbo ha mantenido una intensa actividad basada en las técnicas más tradicionales.

Valiosos objetos

La muestra exhibe más de un centenar de objetos que pertenecen al Museo Diocesano de Arte Sacro de Bilbo, a diferentes iglesias, a bibliotecas, ayuntamientos, archivos, colecciones particulares y talleres de orfebres y plateros. Como muestra de minerales empleado en este arte, se exhibe un lingote de plata procedente del navío Atocha, hundido en aguas de Florida en 1622. Además, se exponen numerosas piezas de orfebrería realizadas en Bilbo, entre ellas la más antigua: la custodia de la iglesia de Santa María de Castro Urdiales, realizada por Martín Follou en 1466. Está también el espléndido jarro de pico de la colección Várez Fisa, labrado por Martín de Arrieta entre 1540 y 1550, que, como la anterior, es la primera vez que se contempla en una exposición. Entre las piezas realizadas en otros países destacan las del Norte de Europa, como la Lauda Sepulcral de la iglesia de la Asunción de Lekeitio, que fue traída desde Bélgica en 1386. Hay también una custodia labrada en Cuzco, Perú, entre 1675 y 1700, que llegó a la iglesia San Juan de Molinar de Gordexola tras un viaje de dos años en mula y barco.

La exposición se articula en varias partes. Así, un primer apartado recuerda la forma en la que se extrae el mineral y luego se depura. También se recorren las técnicas empleadas por el platero, empezando por el diseño de la pieza y pasando por el repujado, cincelado, grabado, estampado, calado, fundición, dorado y esmaltado, técnicas que a menudo aparecen combinadas en una misma obra. En otro apartado se recorre la obra de Eloy García y se sitúan los principales talleres de plateros del territorio vizcaino. También se explican los mecanismos desarrollados por los plateros y los poderes públicos para controlar la calidad de los productos, se realiza un breve recorrido histórico por la platería vizcaina y se explica el valor simbólico de la plata.



«Hace falta una gran vocacion para dedicarse a esto»
K.A.

BILBO

Eloy García lleva trabajando en la orfebrería desde niño. El dice que aprendió «por intuición», llevado por su gran afición a la pintura. «De chiquitín, con cuatro años, había un taller en frente de casa al que yo siempre me escapaba. Me sentaba allí, me dejaban un martillo y un bote y me tiraba dando golpes durante horas. Luego iba a casa y me ponía a dibujar, me tenían que pegar para que dejara el dibujo y me pusiera a comer». Eloy García ha disfrutado siempre de su trabajo. «Para ser buen artista de esto hay que tener vocación, porque es un trabajo muy preciso, requiere muchísima paciencia, dedicación y gusto. Con los cinceles se pueden sacar infinidad de cosas, es todo creatividad», asegura.

Nacido en Santurtzi, empezó trabajando en Portugalete, en un taller que instaló en casa de su madre. «Conozco todas las técnicas, he tenido fundición y algunos ayudantes en el torno de entallar. Esto es un compendio de muchísimas actividades. Casi siempre he trabajado para fábricas. Cuando escaseaba el trabajo, me dedicaba a hacer otras piezas más elaboradas». Aunque está jubilado, no puede evitar seguir trabajando en piezas «pendientes», como una copa que comenzó hace sesenta años y ha terminado hace unos días. Se trata de un símbolo franquista que empezó para presentarla a un concurso estatal. La pieza, en la que el autor finalmente no incluyó las flechas de Falange, pero sí los escudos, tiene un gran valor artístico y está expuesta en la sala Ondare.


 
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