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Gara > Idatzia > Mundua 2006-05-14
«Una realidad política no desaparece por el hecho de no querer verla»
Robert Mc Bride es jefe de Policía de uno de los distritos de Johannesburgo, pero se considera un revolucionario, socialista e internacionalista, lo cual no es sorprendente en quien fue uno de los condenados a muerte por el régimen del Apartheid sudafricano por su papel como comandante de la célula del uMkhonto we Sizwe (MK), responsable por la explosión del bar Why not. McBride personifica el cambio político en Sudáfrica.

Robert Mc Bride ha sido invitado a Irlanda a la reciente conferencia anual con la que se conmemora la muerte de Bobby Sands. La entrevista se realizó en Dublín.

­El ANC lleva 12 años en el poder y no ha sido ajeno a las críticas durante este tiempo...

El hecho de que alguna gente piense que estamos haciendo las cosas bien y otros no querrá decir que por lo menos algo debemos de estar haciendo bien. El ANC no tiene problemas para admitir sus defectos, como por ejemplo la necesidad de mejorar los servicios prestados a nivel local, pero debemos recordar que la infraestructura del país estaba diseñada para proveer a un 10% de la población y ahora tenemos que desarrollar una infraestructura capaz de proveer servicios al 100%. De alguna manera estamos comenzando de cero.

­¿Cuándo se espera que la situación mejore?

Los niveles de pobreza son una consecuencia directa del Apartheid, 300 años de subdesarrollo o desarrollo cero, discriminación laboral... La mayoría de la deuda había sido creada durante la era del Apartheid. Ese es el legado que nos encontramos: una enorme deuda, unas enormes obligaciones, y la necesidad de transformar nuestra sociedad de manera que se tuviera en cuenta a todos los ciudadanos, pero lleva su tiempo. También es importante mantener la economía estable y la inversión para evitar un aumento del desempleo. Pero se está procurando incrementar el control sudafricano de la explotación de los recursos naturales en lo posible.

­¿Qué cree que fue lo que empujó al gobierno del Apartheid a reconocer que necesitaban negociar con una organización que habían ilegalizado y calificado como «terrorista»?

La situacion en general. El éxito del boicot contra el régimen; la solidaridad internacional; el movimiento de masas por la democracia dentro del país. El Apartheid paso a ser un régimen que no se podía mantener, que no podía funcionar. Se dieron cuenta de que la situación era insostenible y debía de producirse un cambio. Yo no creo que el gobierno del Apartheid se imaginó que el cambio iba a ser tan drástico como el que se produjo cuando iniciaron el proceso negociador. Lo que sí vieron, y es algo que se les debe de reconocer, es que el cambio era inevitable y el status quo era insostenible.

­¿Tuvo el ANC que ceder mucho a la hora de llegar a una resolución del conflicto?

Sí. Las negociaciones conllevan concesiones. Se llegaron a compromisos, como en el caso de algunos presos como yo que tuvimos que esperar dos años para ser liberados, algo que a mí particularmente no me gustó pero era consciente de que había muchas cosas más importantes que negociar. Supuso que tuve que pasar otros 24 meses en la cárcel, pero no fue un sacrificio tan grande ya que, si bien se retrasó nuestra puesta en libertad, lo cierto es que obtuvimos la libertad mucho antes de que si no hubiera habido negociaciones. Nuestra puesta en libertad, aunque tardía, fue un producto del proceso de negociación

­En todo proceso hay individuos que simplemente se resisten a tomar parte e incluso que se niegan a admitir la existencia del conflicto o lo ven como un mero problema policial. ¿Cómo enfrentó esta realidad el ANC?

Cuanto mas irracionales eran nuestros adversarios, mas razonables tratabamos de ser nosotros. Lo cierto es que una realidad no desaparece por el hecho de que alguien cierre los ojos y se niegue a verla. En Sudáfrica había un problema político: existía el Apartheid. Mucha gente lo defendía ­si bien ahora no encontrarás a nadie que lo admita­. No hay nadie más ciego que quien no quiere ver: alguna gente simplemente opinaba que las cosas no estaban tan mal como el ANC decía. Evidentemente ellos se estaban beneficiando del Apartheid y no querían ver sus defectos. Nosotros mantuvimos claros nuestros objetivos, iniciamos las negociaciones con el National Party y después se abrieron las negociaciones a todos los partidos políticos.

­En un plano más personal, el mero hecho de que una persona condenada por actos violentos se encuentre ahora en un cargo de autoridad debe de ser algo muy difícil de tragar para cierta gente...

Siempre he luchado contra el crimen. Desde ese punto de vista no ha habido ningún cambio en la base de mi trabajo. El Apartheid fue declarado un crimen contra la humanidad y ahora continúo luchando contra criminales, por lo tanto no hay mucha diferencia.

Ciertamente, hay elementos dentro de la policía que fueron mis enemigos, que me denegaron mis derechos, algunos de ellos aún hoy continuan siendo altos cargos, incluso mis superiores, pero yo no me repito constantemente que esas personas eran aquellas que me subyugaban. Vivimos en un país nuevo. Yo estuve en la carcel, fuí amnistiado, tomé parte en la Comisión de la Verdad, se me volvió a amnistiar. La Constitución de nuestro país reconoce el hecho de que se dió un conflicto pero tambien reconoce que se debe de producir la reconciliación y que a la gente se le debe de permitir continuar con su vida. Si alguien del otro lado del conflicto cree que yo no debería tener acceso a un puesto para el que estoy debidamente cualificado, ello significaría que el concepto de reconciliación no es real.

­Ahora, centrándonos en el caso irlandés, ¿qué opinas de la decisión del IRA de dar por acabada su campaña y decomisar su armamento? ¿Cómo enfrentó este tipo de decisiones el MK?

Para nosotros la lucha armada era tan solo un método, una de las alternativas abiertas para llevar a cabo nuestra lucha y sólo tomamos la opción de la lucha armada cuando todas las otras posibilidades nos fueron denegadas. La gente estaba siendo masacrada y fue considerado inmoral el continuar con una resistencia exclusivamente pacífica. Por lo tanto, suspendimos la lucha armada a la primera oportunidad real que tuvimos de debatir el que sería el futuro de nuestro país y llegar a un acuerdo negociado. Obviamente hubo muchos engaños para sabotear las negociaciones, ataques, simplemente provocaciones para empujarnos a la ruptura del alto el fuego, pero fuimos capaces de continuar con el proceso y, al mismo tiempo, defender a nuestras comunidades. En 1993, cuatro meses antes de que se dieran las primeras elecciones democráticas, dimos por finalizada la lucha armada y el MK se disolvió.

En el caso irlandés, en mi opinión, desde un principio el tema no era una cuestión de armamento, sino una cuestión política. Por lo tanto, que las armas sean retiradas en el contexto de un proceso de paz es algo normal. Si nosotros tenemos que analizar lo logrado en nuestro caso, se logró mucho más durante el proceso de negociación que durante el periodo de lucha armada. La lucha armada es simplemente un método para atraer la atención a una situación en la que no existen otras alternativas viables, es la última opción.

­¿Piensa que el proceso irlandés avanzará una vez que la asamblea comience su andadura el proóximo lunes?

Si, definitivamente pienso que las cosas van a mejorar y que se va a llegar a implementar el Acuerdo de Viernes Santo.

­El principal motivo de su actual visita a Irlanda es el hecho de que usted es el invitado especial a la conferencia anual con la que se conmemora la muerte de Bobby Sands, ¿Cómo ha sentido este 25 aniversario?

Como un honor. Yo recuerdo 1981 y una persona que está dispuesta a entregar su vida por aquello en lo que cree debe de ser admirada; es el máximo sacrificio que se puede hacer. Fueron muchas las huelgas que se dieron en las cárceles sudafricanas en protesta por las condiciones carcelarias inspiradas en los diez huelgistas irlandeses muertos. -

Soledad GALIANA / Iñaki IRIGOIEN



«Los presos son muy importantes en todo proceso negociador»
Conoció en carne propia las consecuencias del conflicto en Sudáfrica. En materia de procesos de paz, sabe de lo que habla.

­¿Ha habido conocimiento en su país del incipiente proceso de resolución de conflicto que recientemente se atisba en Euskal Herria?

Sí, fue noticia en los medios sudafricanos. De hecho se conoce que ha habido intervención por parte de ciudadanos sudafricanos en los pasos previos al proceso actual. Puedo decir sin temor a equivocarme que somos perfectamente conscientes de la nueva situación, se conoce que hay un alto el fuego y que se ha abierto un nuevo e importante abanico de posibilidades.

­¿Cuál es la lección central del proceso negociador sudafricano que puede extrapolarse a otros procesos?

Nuestra experiencia en el caso sudafricano es que no se necesita negociar con tus amigos, con quien hay que negociar es con tus enemigos, por tanto el proceso negociador sólo puede llegar a buen término si incluye a todas las partes. Una de las lecciones más importantes fue la necesidad de no demonizar a aquellos con los que tendrás que negociar, porqué después vas a tener que convencer a tus bases y perderás su apoyo, ya que no estarán preparadas para aceptar la negociación.

­En el Estado español algunos «expertos» consideran que la participación de los presos políticos irlandeses en el proceso, y especialmente su puesta en libertad, fue un error que debe ser evitado a toda costa en el caso de Euskal Herria. ¿Cuál es su opinión?

El tema de los presos fue una de las primeras cartas en el proceso negociador con las que jugó el Gobierno sudafricano ­«no se puede liberar a estas personas, son terroristas, etc...»­ si bien al final se vieron obligados a dejarnos salir. Lo que hicieron fue tomar una posicion de fuerza al inicio del proceso.

No se pueden iniciar negociaciones con condiciones: las negociaciones iniciales deben ser abiertos, de manera que se establezca el marco para la negociación posterior, no se pueden dejar cuestiones fuera porque entonces ¿qué es lo que se negocia?

El hecho de que se este dando un proceso negociador evidencia la existencia de un problema político que tuvo como consecuencia un conflicto armado. No se puede decir que el tema de los presos no esté incluido en la negociación. Sobre el tema de la puesta en libertad de los presos es innegable que los presos son apreciados en aquellas comunidades de las que proceden por la postura que adoptaron y pueden ayudar a que las comunidades se integren en el proceso y comprendan la necesidad de éste. Por lo tanto, los presos son una parte muy importante en el proceso negociador. -

S. G / I.I.


 
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