LA HABANA
Por primera vez desde que asumió el máximo liderazgo de Cuba, hace más de 47 años, el presidente Fidel Castro anunció que en estos momentos no puede gobernar por razones de salud y delegó el ejercicio de todos sus cargos en un equipo encabezado por el vicepresidente del país, su hermano menor, Raúl Castro Ruz. La cadena nacional de televisión interrumpió el lunes a la noche su secuencia habitual, en la hora de máxima audiencia, para transmitir una proclama del comandante en jefe al pueblo de Cuba, que leyó Carlos Valenciaga, jefe del despacho presidencial.
En su proclama, Castro impartió instrucciones sobre la gestión de Gobierno en la isla durante las próximas semanas. El mandatario, que cumplirá 80 años el 13 de agosto, explicó su repentina decisión por un cuadro de «estrés extremo», que desembocó en una «crisis intestinal aguda, con sangramiento sostenido» y una «complicada operación quirúrgica».
La crisis sobrevino después de una intensa actividad que incluyó un viaje a Argentina para asistir a la cumbre del Mercosur y una gira por dos provincias del oriente cubano, con sendos actos públicos y discursos que Castro pronunció de pie el mismo día, en la celebración de la fiesta nacional del 26 de julio. «Días y noches de trabajo continuo, sin apenas dormir, dieron lugar a que mi salud, que ha resistido todas las pruebas, se sometiera a un estrés extremo y se quebrantara», escribió Castro. «La operación me obliga a permanecer varias semanas de reposo, alejado de mis responsabilidades y cargos».
Tras informar sobre su propia situación, Castro escribió que tomó una serie de decisiones, en vista de que «nuestro país se encuentra amenazado, en circunstancias como éstas, por el Gobierno de Estados Unidos».
A continuación, el líder cubano indicó que delega en su hermano Raúl Castro, con carácter provisional, sus funciones como primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC); comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias; presidente del Consejo de Estado (jefe de Estado) y del Consejo de Ministros (jefe de Gobierno).
En esos cuatro casos, que representan los principales resortes del poder en la isla, Raúl Castro, de 75 años, era el segundo al mando, con cargos institucionales que garantizaban que el relevo se pudiera ejecutar en cualquier emergencia.
Además de ese traspaso de poderes, Fidel Castro asignó tareas directas a un equipo compacto, que ha venido trabajando muy cerca del presidente y que ahora ejerce por designación algunas de las principales tareas ejecutivas que mantenía el mandatario en sus manos.
El programa nacional de salud y la colaboración médica internacional estarán a cargo de José Ramón Balaguer, ministro de Salud; los planes educativos domésticos y el de cooperación externa fueron confiados a José Ramón Machado Ventura y a Esteban Lazo. Los tres son integrantes del Buró Político del PCC.
El programa de reconversión de la industria eléctrica será dirigido por Carlos Lage Dávila, también miembro del Buró Político y secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, un cargo equivalente en la práctica al de primer ministro.
El financiamiento de esos tres programas de Gobierno, prioritarios, será supervisado por una comisión especial, integrada por Lage, el presidente del Banco Central, Francisco Soberón, y el canciller Felipe Pérez Roque.
Cumbre de los No Alineados
Castro pidió al PCC, al Parlamento y a las organizaciones sociales que apoyen sus decisiones. También pidió a sus colaboradores realizar «con el máximo de brillantez» la décimo tercera cumbre de los Países No Alineados, prevista para celebrarse en La Habana del 11 al 16 de setiembre.
También pidió que las celebraciones preparadas para su 80 aniversario sean pospuestas para el 2 de diciembre, cuando se cumplirá medio siglo del desembarco del yate Granma, con el que arrancó la insurrección comandada por el propio Castro. «No albergo la menor duda de que nuestro pueblo y nuestra revolución lucharán hasta la última gota de sangre para defender estas y otras ideas y medidas que sean necesarias para salvaguardar este proceso histórico», escribió el mandatario. Castro terminó su proclama con estas frases: «El imperialismo jamás podrá aplastar a Cuba. La batalla de ideas seguirá adelante. ¡Viva la patria! ¡Viva la revolución! ¡Viva el socialismo! ¡Hasta la victoria, siempre!».
El embajador de Chile en Cuba, Jaime Tohá, opinó que la distribución de tareas decidida por el veterano líder cubano indica que «hay una combinación de personas que son miembros del Partido Comunista y que son combatientes desde el primer día de la revolución cubana con personas que son más jóvenes y que corresponden a una nueva generación», precisó el diplomático.
Según recuerda la prensa local, el líder cubano fue visto por última vez en público el 26 de julio, cuando celebró el 53º aniversario del asalto al cuartel de Moncada con dos discursos que duraron cinco horas.
Reacciones internacionales
El presidente de Bolivia, Evo Morales, quien envió una carta a su homólogo cubano, para transmitirle su solidaridad en estos momentos y desearle una «pronta recuperación». «Estamos seguros de que con la fortaleza que has demostrado a lo largo de tu ejemplar trayectoria, superarás este nuevo trance para continuar en la trinchera de la lucha antiimperialista», indicó Morales en la carta. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, declaró ayer en Hanoi (Vietnam) que había hablado por teléfono con La Habana. «Es preocupante recibir esa clase de noticias. Esperamos con todo nuestro corazón que el presidente Fidel Castro se recupere lo antes posible, para que esté siempre con nosotros», dijo Chávez. El Ministerio de Exteriores en Caracas, por su parte, aportó la única información sobre la situación del líder cubano. «El Gobierno de Venezuela ha recibido con satisfacción las informaciones provenientes de las autoridades cubanas según las cuales el proceso de recuperación del presidente Castro va avanzando positivamente».
Fidel Castro también recibió muestras de ánimo desde los gobiernos chino, mexicano y español, entre otros, así como de muchos movimientos de izquierdas, como Batasuna, y de las numerosas organizaciones de apoyo a Cuba en el mundo. El movimiento independentista vasco expresó su confianza en que «Cuba siga siendo una referencia para el socialismo durante muchos años».
Estados Unidos aseguró que no especularán ante la enfermedad del presidente cubano y que continuarán «trabajando por el día en que Cuba sea libre». No obstante, ayer mismo el presidente del Gobierno estadounidense, George W. Bush, de visita en Miami, recordó que Estados Unidos ya tiene un plan en el caso de que Castro muera por causas naturales. «Tenemos un plan para ayudar al pueblo de Cuba a entender que hay un camino mejor que el sistema en
el que han estado viviendo», dijo a la emisora en español WAQI-AM Radio Mambi. «Nadie sabe cuando Castro se irá. A mi juicio, eso es tarea del Todopoderoso», dijo Bush.
LA HABANA
El nuevo escenario político no ha afectado a la rutina del país, que amaneció con normalidad y a la espera de noticias sobre la evolución del líder cubano. En centros de trabajo, paradas de autobuses, parques y tiendas no se hablaba de otra cosa que de la salud del presidente. Las instituciones oficiales abrieron con normalidad en La Habana, así como los establecimientos comerciales, mercados, bancos, gasolineras y cafeterías. En algunos centros de trabajo del Estado la jornada comenzó con actos en los que los trabajadores refrendaron su compromiso con la revolución y con Raúl Castro, mientras se recupera el líder cubano.
La tranquilidad que reina en La Habana contrasta con las manifestaciones de júbilo que tuvieron lugar ayer a la noche en Miami, donde se concentra la mayor parte del exilio cubano en EEUU, y donde centenares de anticastristas salieron a las calles a celebrar la enfermedad de Castro. «Es un momento histórico. El dictador que llevaba más años en el poder se derrotó ya», dijo un disidente que dejó la isla con siete años. La mayoría de los exiliados en Miami no tienen intención de regresar a la isla. Alguno quiere que «entierren allá mis huesos», mientras otros piensan en «hacer negocios allá».
«¿Por qué no va a haber normalidad aquí si no hay pasado nada?. Los que se ponen nerviosos son los de Miami, aquí todos estamos tranquilos porque está Raúl, que es como si estuviera él (Fidel)», explicaba un residente en el barrio de El Vedado. «La situación es muy dura, porque la edad no lo acompaña mucho y es lógico que el enemigo se quiera aprovechar del mal del contrario, pero que no se hagan muchas ilusiones tampoco porque la revolución no es de un hombre solo y este pueblo está preparado para todo», advertía un chófer habanero.
Otros cubanos, cuyos testimonios recogía BBC, creían que Fidel Castro está más grave de lo que admiten. «De alguna manera la transición ha comenzado. Todos vamos a contener el aliento hasta ver qué sucede, porque estamos al borde del cambio», aventuró Abelardo Mena.
En la oposición en la isla, el socialdemócrata Manuel Cuesta Morúa dijo que «ya se descorre la cortina de la sucesión... Espero que ellos comprendan que es hora de empezar un proceso gradula de reformas políticas y económicas».