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Gara > Idatzia > Iritzia > Txokotik 2006-08-05
Floren Aoiz
¿Rima Zapatero con Espartero?

Rimar, rima; eso es obvio, pero yo no me refería a la poesía, sino a otro tipo de coincidencias. Espartero, el laure- ado como vencedor de la primera guerra carlista, fue protagonista junto a Maroto del famoso Abrazo de Bergara. Podríamos hablar mucho del desarrollo de aquel conflicto, de la implicación de las potencias europeas (ya entonces había «globalización» aunque no se usara ese término), de la relación entre intereses de clase y ahesión a las fuerzas beligerantes, de las sospechas españolas de tentaciones independentistas o de planes para la anexión a Francia, pero me interesa más ahora la estrategia que el Gobierno de Madrid siguió para acabar con la «revolución» (es palabra que se usaba entonces en los documentos oficiales) en los cuatro territorios vascos peninsulares. Sin dejar de lado las operaciones militares, los gobernantes españoles comenzaron pronto a sondear posibles acuerdos que pusieran fin a la guerra. Ante el fracaso de las grandes ofensivas, desarrollaron una intensa labor de compra de voluntades, y recurrieron a ope- raciones de inteligencia, como la protagonizada por Muñagorri, un agente del Gobierno español que simuló una insurreción fuerista que en realidad sólo pretendía dividir al carlismo. El Aviraneta recreado por Pío Baroja tomó parte también en algunas operaciones de contrainsurgencia y utilizó el euskara para sembrar la división en las filas de los rebeldes. En el bando carlista cocían bastantes habas, así que la estrategia liberal encontró terreno abonado para el confusionismo y la claudicación. Maroto, el militar profesional ambicioso e intrigante, fue haciéndose hueco a codazos primero y fusilando a sus adversarios después, y bajo los auspicios de los británicos promovió con Espartero un acuerdo que en cierto modo respondía a la idea paz por promesa de respetar los fueros. Era sólo una promesa, que el viento no tardó en llevarse.

No sé si Rodríguez Zapatero quiere pasar a la historia como un segundo Espartero. Es posible, aunque es evidente que hay muchas diferencias entre aquel conflicto y el actual. Lo que sí creo es que, aunque no le faltarán Muñagorris ni Aviranetas, no va a encontrar en la izquierda abertzale un solo Maroto que le abrace a cambio de una mera promesa hueca. -


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