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Gara > Idatzia > Kultura 2006-08-22
Lee Miller, rebelde y libre
·Una exposición recuerda la figura de esta modelo transformada en fotógrafa del surrealismo y corresponsal de guerra

No es habitual que alguien desarrolle su carrera de forma magistral a ambos lados de la cámara. Lee Miller lo hizo. Primero fue modelo y su rostro pasó a ser habitual de la revista «Vogue». Pero, tras su encuentro con el gran fotógrafo Man Ray, Miller descubrió que le gustaba más situarse tras el objetivo. Acabó siendo fotógrafa y reportera de guerra y sus crónicas se publicaron en la misma revista de moda que le hizo famosa. Su obra se expone ahora en Bilbo.

BILBO

Adentrarse en la sala que la BBK tiene en la Gran Vía bilbaina (nº 32), donde se exponen las fotografías de Lee Miller hasta el 5 de octubre, es descubrir lo apasionante que tuvo que ser la vida de esta mujer nacida en un pueblo de Nueva York en 1907. O, mejor dicho, las vidas, porque, como dijo ayer Katherine Slusher, autora del texto del catálogo, Miller hizo «cosas tan diferentes, que parece como si hubiera vivido varias vidas independientes unas de otras».

Se dice de ella que era hermosa y apasionada, que poseía un espíritu tan rebelde como libre. Alos veinte años encarnó el look glamouroso metida de lleno en una carrera como top model que le llevó a ser retratada por los mejores fotógrafos de moda del momento. Hasta que se encontró con Man Ray. Y pasó de posar para él a ser su ayudante en París. Al mismo tiempo, entró en contacto con los círculos surrealistas, acercándose a su pensamiento y planteamiento estético.

Cuando, en 1932, rompió con Man Ray, volvió a instalarse en Nueva York, abriendo su propio estudio fotográfico. Pero, dos años más tarde, en pleno éxito de su carrera como fotógrafa, decide cerrar el negocio y trasladarse a Egipto en compañía de su marido Asís Eloui Bey. Allí pasó seis años, muy diferentes a todo lo vivido hasta el momento. Roto su matrimonio, regresa a Europa, donde viaja sin parar cámara en mano y hace fotografías de moda para “Vogue”, mezclando lo experimental con lo comercial. Pero llega la Segunda Guerra Mundial y, para sorpresa de todos, Miller cambia sus elegantes ropas por un uniforme militar y documenta lo que sucede allí donde los Aliados liberan territorio alemán. Algunas de estas crudas imágenes, como las que corresponden a los campos de exterminio nazi, que Lee fotografió nada más abrirse, están incluidas en la exposición de la sala BBK. Registra el desastre y la destrucción, pero lo hace con un ojo muy personal. Con la misma cámara que había retratado a la alta sociedad neoyorkina o a las vanguardias artísticas de París retrata el drama humano de la guerra. Entre ellas destaca una foto por encima de otras: el segundo antes de la ejecución del primer ministro húngaro Laszlo Bardossy (1946), en el que éste sostiene altivo la mirada ante el pelotón de fusilamiento. Miller, además, comienza a escribir, publicando las crónicas de guerra en la revista de moda.

A partir de 1947 comienza otra etapa muy diferente. Se casa con Roland Penrose y se centra en retratar a los artistas que les visitan en la granja de Inglaterra donde residen. Amiga de Picasso durante cuarenta años, llegó a realizar más de un millar de retratos del pintor malagueño. Según algunos historiadores, cuando, en 1954, dejó de tomar fotos, prohibió que se exhibieran, motivo por el cuál sigue siendo una artista poco conocida. «Como fotógrafa, tenía un ojo excepcional, pero no se promocionaba nada», indica Katherine Slusher.

Lee murió de cáncer en 1977. «Una se pregunta si Lee Miller no fue demasiado guapa, demasiado independiente, demasiado liberada sexualmente, si no tuvo demasiado éxito comercial para los tiempos que le tocó vivir», señala la autora del catálogo al compararla con otros fotógrafos de su época que lograron mayor repercusión.

Al morir Lee Miller, su hijo Tony descubrió en el desván cientos de cajas con miles de negativos. Su madre nunca le había hablado de su carrera fotográfica. Esta obra pasó a formar parte del archivo Lee Miller, que dirige Antony Penrose y que ayer asistió en Bilbo a la inauguración de la exposición. «En estas fotografías está lo mejor y lo peor de la vida. En las imágenes del horror podemos encontrar la belleza oculta y las imágenes de la belleza nos recuerdan que el horror no está muy lejos», señaló en la rueda de prensa.


 
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