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Gara > Idatzia > Mundua 2006-10-14
Txente REKONDO
La guerra, más cerca en Sri Lanka
Los recientes enfrentamientos entre la guerrilla tamil de los tigres (LTTE) y el ejercito de Sri Lanka han colocado a la isla asiatica al borde de la guerra. La magnitud de los combates y la cantidad de victimas mortales hacen que los peores recuerdos de años anteriores del conflicto vuelvan a llenar de sombras el futuro.

después de cuatro años y medio del alto el fuego oficial entre ambas partes, y a pesar de los esfuerzos mediadores de Noruega, el pesimismo se ha apoderado de buena parte de los observadores internacionales. La situación ha ido deteriorándose desde hace varios meses, pero la fase más crítica se ha producido a raíz de la ofensiva militar del ejército de Sri Lanka en julio y agosto.

Probablemente, esta actitud contraria al proceso de paz por parte de los militares cingaleses ha contado con el respaldo de la clase política del país, de los dirigentes religiosos budistas y de los partidos más chovinistas. Es significativo que desde la campaña presidencial del año pasado y con la elección de Mahinda Rajapakse en noviembre, los abusos y ataques militares contra la población tamil se han acentuado.

En aquella campaña el giro político de las elites cingalesas fue evidente, rechazando cualquier movimiento de autonomía para los tamiles, y llegando a apostar por una revisión del propio proceso de paz. Las provocaciones y ataques a la población tamil se han sucedido en estos meses, siendo los violentos ataques contra tamiles que el pasado mes de abril tuvieron lugar en Trincomalee, con la pasividad de la policía y el ejercito cingalés, la gota que para mucho tamiles colmó el baso de su paciencia.

Junto a esos ataques, el gobierno de Colombo viene manteniendo una política de laissez faire ante los abusos militares, al tiempo que apoya sin disimulos a la facción renegada tamil del llamado «Coronel Karuna», quien se ha sumado a los ataques a civiles y representantes políticos del LTTE. Además, el presidente no ha tenido ningún reparo en disolver una de las organizaciones que más velaban por evitar esos abusos, la Comisión nacional de Derechos Humanos.

Fracasos

A lo largo de este año, los intentos por reconducir nuevamente el proceso de paz han atravesado diferentes fases, aunque de momento, la mayoría o no se han materializado o han fracasado. En febrero, ambas partes se reunieron en Ginebra, pero el segundo encuentro, en abril, no pudo realizarse ante los obstáculos gubernamentales para que los representantes tamiles pudieran acudir. Nuevamente, los mediadores noruegos intentaron una nueva reunión, que debería haerse celebrardo a comienzos de junio en Oslo, pero nuevamente las provocaciones cingalesas trajeron consigo el rechazo del LTTE a reunirse.

Los movimientos de Colombo no dejan mucho margen para la esperanza. Junto a los ataques por aire y tierra contra territorio tamil, los políticos cingaleses siguen utilizando a los grupos paramilitares para amedrentar aún más a la ya bastante castigada población tamil. Y en el plano político, los anuncios de los partidos políticos de Sri Lanka añaden más pesimismo a la situación.

Esta semana los dos principales partidos de Sri Lanka, el Partido de Unidad nacional (UNP) y el partido de la Libertad de Si Lanka (SLFP) han firmado un documento que busca el «consenso nacional» ante «las amenazas que afronta el país». La firma oficial se materializará entre los días 23 y 25 de este mes, con la presencia de los líderes políticos, religiosos y de la sociedad civil de la isla.

Este tipo de maniobras cingalesas no es nada nuevo. Ya en 1984 y en 1994, se convocaron diversas «Conferencias de Todos los Partidos», de donde salieron propuestas comunes para cimentar la unidad «indisoluble» de Sri Lanka. Este mismo año una convocatoria similar ha surgido en verano. Esta táctica de los dirigentes del país busca aplacar las posibles presiones internacionales ante el fracaso del proceso de paz y sobre todo ante las actuaciones militares del ejército de su país, al tiempo que le permite reconfigurar la situación política interna y afrontar las demandas tamiles con una sola voz.

De este tipo de maniobras los más beneficiados suelen ser los enemigos del proceso de paz y las fuerzas más reaccionarias del país, contrarias a cualquier salida negociada del conflicto y a cualquier demanda del pueblo tamil.

Salida negociada

La historia se vuelve a repetir. En estas décadas de conflicto, cada vez que la guerrilla tamil y el gobierno de Colombo se han embarcado en conversaciones y negociaciones para superar el conflicto, las crisis se han sucedido. Y paralelamente a éstas, cada vez que la situación se bloquea, las fuerzas más reaccionarias cingalesas han apostado por la salida militar, apoyando sin reservas toda su estrategia en su capacidad militar.

La mayoría de analistas coinciden en manifestar que el conflicto no tiene una solución militar. Las negociaciones deben presentarse, sin duda alguna, como la única salida a la actual situación, y como vía para asentar el camino del proceso de paz. Mientras esto no ocurra, la guerra seguirá acercándose a la isla.

Colombo debe asumir que el cumplimiento de lo acordado en el proceso de paz debe materializarse. Si persiste en su actitud, es obvio que la confianza de la otra parte en el proceso, el LTTE, también puede verse afectada. Las últimas semanas la estrategia militarista del ejército cingalés sigue desarrollándose en diferentes frentes. Los ataques contra la población civil (bombardeos indiscriminados), uso de fuerzas paramilitares (muerte de maestros delante de sus alumnos, secuestros de civiles), apoyo a provocaciones de Karuna, obstáculos para que diferentes ONGs puedan desarrollar su trabajo y asistencia en territorio tamil, y en ocasiones expulsiones de miembros de las mismas organizaciones no gubernamentales, son algunos ejemplos.

Con más de setenta mil muertos, más de un millón de desplazados, la economía de ambos pueblos devastada... la comunidad internacional debe evitar posicionamientos parciales, o claramente favorables a una de las dos partes. La decisión de la Unión Europea de seguir los pasos de Washington y definir como organización terrorista al LTTE no ayuda en la búsqueda de soluciones. En un proceso de paz, todas las partes deben ser tratadas de igual forma y con el mismo respeto, sin dar mayor credibilidad a una de las partes sobre la otra.

India, EEUU, la Unión Europea y Japón deberían apoyar los esfuerzos mediadores de Noruega y encaminar su actividad diplomática en la misma línea que lo viene haciendo el gobierno de Oslo. Si las partes acaban reuniéndose los próximos 28 y 29 de este mes en Suiza, el proceso de paz podría tomar aire fresco y evitar que acaben por materializarse los presagios más pesimistas.

Los parones y las desconfianzas son situaciones que caracterizan a cualquier proceso de paz; en esos momentos, la paciencia se hace necesaria, pero también es pertinente señalar la obligación de las partes a cumplir lo acordado en forma y tiempo. -

(*) Txente REKONDO: Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).


 
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