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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-11-27
Xosé Estévez - Historiador y profesor de Bachillerato y FP
Acoso moral en la enseñanza

En múltiples ocasiones he utilizado la tribuna periodística para denunciar los variados acosos que adornan el degradado mundo de la enseñanza. El suicidio de Jokin en septiembre de 2004 suscitó una eclosión de intervenciones del más diverso cariz sobre el tema del acoso escolar o bullying, destapando un problema latente que hasta esa fecha se había mantenido escondido bajo la hipócrita ala de avestruz de la indiferencia social.

En aquellas fechas, inducido por el imperio de ciertas declaraciones denigratorias del papel del profeso- rado, escribí una serie de reflexiones sobre el tema. Procuré acotarlo según los parámetros de un análisis sociológico globalizador. El marco contextual lo situaba en la hodierna sociedad de carácter capitalista neoliberal, que inculcaba un cuadro de valores forjadores del acoso en todos los ámbitos. Insistía en que el desgraciado final de Jokin sólo era la punta de un iceberg. Bajo la superficie de la erupción mediática del momento se ocultaban otros acosos permanentes, entre ellos el acoso moral a los profesores, frecuentemente silenciado tanto por las autoridades educativas como por los mass media. Un acoso de procedencia multidireccional: equipo directivo, compañeros claustrales, padres y alumnado. Frente a este tipo de acoso, pomposamente denominado mobbing, se utilizan métodos paliativos, derivados de la sicosociología neoliberal, que anestesian la sintomatología, pero no atacan la etiología del problema. Tales son los cursillos rápidos, otro instrumento actual disipador de una auténtica base cultural, de sesiones yoguísticas, de inteligencia emocional, de coaching, versiones laicizadas pero monetarizadas del confesionario, la dirección espiritual, la ducha anticoncupiscencia o del examen público de conciencia.

Tras 34 años como docente en la Enseñanza Secundaria y Profesional y mi paso al colectivo de jubileta parcial con harta alegría de mi corazón, he asistido inerme y acongojado a dos acontecimentos vinculados a mi persona por el argumento ameno de la amistad. Los dos desagradables sucesos han provocado la resurrección de la temática que titula este artículo. Uno, de evidente repercusión social, pero casi marginado por los medios de comunicación, y el otro más particular e ignorado por éstos.

El domingo día 25 de junio un diario de tirada estatal y otro provincial insertaban una breve e impactante noticia: el suicidio mediante ahorcamiento del director de un afamado centro escolar alavés, persona muy conocida en el País Vasco en el ámbito de la Formación Profesional. Era amigo mío. Habíamos trabado una buena amistad durante la realización del servicio militar en el campamento de Parga (Lugo) en el verano de 1975, cuando el Perenne empezaba a dar evidentes señales de su decrepitud final. Era un hombre forjado en el esfuerzo y el trabajo y se distinguía por su trato afable, su generosa disponibilidad y su carácter abierto, alegre y dialogante. Había dignificado la otrora denostada Formación Profesional y el Macrocentro escolar por él dirigido se había convertido en pionero y paradigmático en el campo de la educación profesional. ¿Alguien se ha preguntado por las profundas razones de su autodesaparición? ¿Qué presiones ha sufrido una persona tan vitalista como él para segar de esta manera su decurso existencial? ¿Por qué el colectivo de enseñantes proporciona uno de los índices más altos de bajas laborales por depresión, por estrés, por acoso moral o por síndrome del quemado?

El segundo suceso no ha tenido un sesgo tan trágico. Una ex compañera, licenciada en Filología Inglesa y, profesora de Inglés en un conocido centro concertado donostiarra de corte social y humanístico, con resonancias bíblicas, vinculado a una entidad ahorrativa, está sufriendo las consecuencias de un hecho lamentable. Excelente profesional, con una larga trayectoria docente a sus espaldas y hondamente preocupada por la educación, de origen salmantino, se ha integrado en el País Vasco hasta el punto de hablar correctamente el euskera. Junto a su marido, también euskaldun berri, de progenie burgalesa, forma un tándem ejemplarizante en el uso del euskara tanto en el hogar como en los pagos extrahogareños. El único «defecto» de esta compañera se deriva de su espíritu reflexivo, su talante crítico, del sometimiento de actitudes y conductas al cedazo del cartesianismo, de su carácter abierto al soplo del mundo, pero enraizado en humus del país, de su negativa al pensamiento único y de su mentalidad «políticamente incorrecta». Hace dos años solicitó y le fue concedida una excedencia legal, sin derecho a sueldo y la obligación por parte del centro a la readmisión en las condiciones anteriores a la fecha de la concesión. En el momento del inicio del bienio «sabático» no pagado impartía todas sus clases en su especialidad, el inglés, como es lógico y exigible, según las más elementales normas de la pedagogía educativa y la deontología profesional. El confeso objetivo de la peticionaria era atender su vida familiar y restablecer su quebrantada salud anímica, a punto de sumergirse en las brumas de una fuerte depresión, en gran parte motivada por sucesivos episodios de acoso moral provocados por la dirección del Centro y algunos «caritativos» colegas, que se pliegan sumisos a las directrices emanadas del poder. El reingreso, que esperaba no fuese excesivamente traumático, ha conllevado el reinicio de la saga acosadora. Más de la mitad de las clases le han sido obligatoriamente adjudicadas por el equipo dirigente en facetas del saber muy alejadas de su especialización, sin regirse por unos mínimos criterios de objetividad, antigüedad, capacitación, racionalismo pedagógico y competencia didácti- ca. El asombro es mayúsculo. Le imponen cuatro asignaturas nuevas: Filosofía en 1º y 2º de Bachillerato, Euskara e Historia de España y del País Vasco en 2º a una licenciada en filología inglesa, cuando en el Centro existen profesores específica- mente titulados en las mencionadas ciencias o en el ámbito del euskara. En situación similar se hallan otras profesoras: licenciadas en Historia y Sicología que imparten Lengua y Literatura castellanas o licenciadas en Filología Hispánica que desvelan los entresi- jos de la Filosofía y los avatares del pasado histórico. Lo curioso del caso es que el Centro enfatiza en su proyecto educativo promover valores que contradicen tajantemente esta actitud. Además, se halla inmerso en pleno proceso de obtención de la Q de calidad, otro camelo neoliberal al que dedicaré otra entrega periodística, aunque sé a ciencia cierta que caerá en saco roto al igual que la predicación del profeta Isaías en el desierto. ¿Qué respeto merece la dignidad de los profesores y también la de las asignaturas de Filosofía, Historia y Euskara? ¿Con qué calidad las pueden impartir docentes no duchos en la materia? ¿No se convierten los profesores en marionetas, cuyos hilos manejan a su antojo los clanes dirigentes enquistados vitaliciamente en el poder? ¿Qué hacen las inspecciones educativa y laboral para extirpar estas actitudes de equipos directivos claramente tipificadas como delito de acoso moral y contraventoras de las más elemen- tales normas de idoneidad, especialización y calidad educativas? En otra ocasión desvelaremos otras lindezas de esta ingrata profesión, como el sistema digitocrático e inquisitorial de la evaluación de los docentes. -


 
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