No puedo saber el índice de audiencia que ha tenido Ana Rosa Quintana entrevistando a Jose María Aznar, pero la cadena estuvo toda la tarde y la noche del lunes sobreimpresionando el anuncio de la misma. No le importaba a la cadena si había fiambres en Miami, Las Vegas o Nueva York, ni que estuvieran los cantarines de OT repasando sus asuntos, lo importante era darle difusión al acontecimiento.

La verdad es que el lugar más apropiado para Aznar es este programa. Es un encuentro entre mentirosos y triunfadores desde la ignominia. No iba a ir a La Sexta, ni a Cuatro. Podría entrar en Antena 3, pero se le enfadarían los que están haciendo la competencia económica. Con AR se encuentra en el ambiente intelectual propicio, incluso en la misma onda estética. El, con su melenita tan bien cuidada, un atleta, no solamente del músculo sino de las ideas. Un incomprendido. Una vergüenza. Una entrevista pastelera. Intertextualizada. Ni una brizna de ponerlo en un mínimo brete. Suficiencia, dentadura de caimán, sonrisa deletérea, bigote. Bigote. Bigote. Se acabó. No hay que darle más vueltas. El señor Aznar es un espectro político, un activo de la extrema derecha. Nada más. Bueno, este desembarque tendrá sus intereses previos, a posteriori, o será un trueque. Está empujando una jugada multinacional con una cadena para abrir negocio en la península. Como siempre, un objetivo económico.

En La Sexta, sus presentadoras de noticiarios estuvieron un rato con José Bono. Otro que tal baila. No dice nada que no tenga un valor cambiario en sus propios intereses. Dos ex, con ganas de mejor destino en lo universal. En muchos aspectos dos personajes intercambiables. Las mismas ambiciones. Inauguraron una sección para nombrar cada semana al más bocazas. Podrían ganarlo muchas veces de manera alterna los dos ex anteriores. Pero sacaron a Fraga mostrando su patita fascista y exculpando a Pinochet. El lugar apropiado para este caballero sería de conserje en el Valle de los Caídos, glosando a su admirado Franco. Y su protegido Aznar, de secretario. Y Bono, de monaguillo. Ya los hemos colocado en su lugar apropiado. -