La pluma y el pincel que salvaron un castillo
·El Gobierno de Nafarroa edita el estudio de Juan Iturralde que evitó la demolición del palacio real de Olite en 1869
El Gobierno de Nafarroa ha editado un libro que recoge la memoria y las láminas que en 1869 realizó Juan Iturralde y Suit y que, a la postre, permitieron que el palacio real de Olite, el monumento civil más representativo del esplendor del viejo reino, fuera conservado y reconstruido. Aunque el trabajo es anterior a la abolición foral, que llevó a Iturralde a crear la Asociación Euskara, en él queda ya patente el fervor que sentía el autor por Nafarroa.
ERRIBERRI
El palacio real, construido a principios del siglo XV por orden de Carlos III “El Noble”, es un notable ejemplo de la arquitectura civil gótica europea y, muy probablemente, el símbolo físico más representativo del esplendor que llegó a alcanzar el reino de Nafarroa. Sin embargo, tras la conquista castellana, inició un declive que ya para el siglo XVIII era manifiesto y que terminó de agudizarse a principios del XIX, cuando, en el contexto de la guerra contra los franceses, Espoz y Mina le dio fuego, para evitar que el enemigo pudiese acuartelarse en él. A partir de entonces, fue poco menos que cantera y, de hecho, habría pasado definitivamente a la historia de no haber mediado la intervención de la Comisión de Monumentos de Navarra y, concretamente, la de Juan Iturralde y Suit.Iturralde, con la colaboración del ingeniero Aniceto Lagarde, redactó un documento, acompañado de planos y hermosas láminas (acababa de regresar de estudiar pintura en París), que llevó a la Real Academia de San Fernando a declarar las ruinas del palacio monumento. Ese trabajo de Iturralde, decisivo, primero, para la mera conservación de los restos del palacio y, después, para que la Diputación, ya en el siglo XX, se decidiese a adquirirlo y reconstruirlo, acaba de ser publicado en su integridad por el Gobierno de Nafarroa. El original, que se consideraba desaparecido, ha sido encontrado en Madrid, en el valioso archivo que José Lázaro Galdiano, natural de Beire, legó al Estado. “Palacio Real de Olite 1869. Textos, dibujos y planos que evitaron su demolición” es el título de la publicación, que incluye un estudio del historiador Ignacio Urricelqui: “El romántico despertar de las ruinas del palacio de Olite”. A pesar de que el original del estudio se consideraba desaparecido, la memoria era bastante conocida, al menos entre los iniciados, ya que en su día la publicó la propia Comisión de Monumentos. No ocurre lo mismo, sin embargo, con las láminas, trece en total. Es por ello que el Gobierno de Nafarroa, además de publicarlas conjuntamente con el libro, ha optado por hacer una edición especial de las láminas sueltas, para facilitar que puedan ser enmarcadas y exhibidas. El precio tanto del libro como de las láminas es de 15 euros. Iturralde está considerado uno de los intelectuales navarros más notables del XIX. Su fervor por Nafarroa queda patente en el trabajo sobre el palacio, a pesar de que no sería hasta 1876 cuando, tras la abolición foral, sentiría la necesidad de fundar la Asociación Euskara, con Arturo Campión, Nicasio Landa y otros, para contribuir a defender las leyes y la lengua propias del país. Un palacio de ensueño
Cuenta la leyenda que en el palacio de Erriberri hay tantas habitaciones como días tiene el año. Quienes las han contado aseguran que no para tanto, pero todos coinciden que, si el edificio es hoy esplendoroso, en otro tiempo lo fue mucho más, sin duda. Baste pensar que contaba con jardines colgantes, en los que crecían plantas y árboles exóticos, e incluso con una «leonera», habitada leones, osos, camellos y jirafas. Tampoco faltaba un «juego de pelota». -
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