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HIMALAYA Aperturas

Valery Babanov, la irresistible fuerza de la mente

Junto a Victor Afanasief abre en la temporada del Karakorum dos nuevas líneas en el Broad Peak y el G-I. Ambas rutas, de gran dificultad técnica, las escalaron en estilo alpino.
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Andoni ARABAOLAZA

Presentar a estas alturas al ruso Valery Babanov sería demasiado repetitivo. Siempre en la vanguardia de los seismiles y sietemiles técnicos, parece ser que su impronta también la quiere presentar en los ochomiles. Por centrarnos en esta temporada, ya en la primavera pre-monzónica del Himalaya intentó junto a Nickolay Totmjanin, otro titán indiscutible del alpinismo del Este, uno de los grandes sueños de Babanov: la gran arista oeste del Dhaluagiri (8167 m). El mal tiempo les jugó una mala pasada, se retiraron y finalmente subieron por la ruta normal.

Sin casi tiempo a respirar, el alpinista ruso se presentaba a la temporada del Karakorum con una gran idea bajo el brazo: la apertura de tres vías en el Broad Peak (8047 m), el G-I (8068 m) y el G-II (8035 m). ¿Fantasía? Quizás no demasiada si tenemos en cuenta que su compañero sería Victor Afanasief. El resultado no fue totalmente «redondo», ya que el G-II se les quedó en la chistera. Una vez más Babanov ha demostrado un gran estado de fuerza similar a la de los campeones de la competición. Así pues, no resulta descabellado considerar al ruso la versión alpinística de Eddy Merckx.

Su dilatada carrera en sietemiles técnicos le ha llevado, según afirma a GARA este alpinista, a trasladar su filosofía a la apertura de nuevas vías a los ochomiles: «Todo ello me vino a la mente tras la ascensión al Jannu en el otoño del año pasado. Sólo allí, cuando subo rutas extremadamente complicadas en esas alturas, entendí que el alpinista tiene más ocasiones de lograr el éxito y de llevar su límite todavía a otras alturas superiores; es decir, a los ochomiles. No me interesan las ascensiones a ochomiles por rutas normales; aperturas de vías técnicas era lo que necesitaba».

Tras su intento de apertura en el Dhaulagiri, al mes Babanov ya se iba al Karakorum en busca del triplete: Broad Peak, G-I y G-II: «En estos picos esperaba compensar mi derrota del Dhaulagiri». Viaja con dos franceses (Antoine Girard y Elisabeth Revol) y tres rusos (Valery Shamalo, Pavel Chochia y Víctor Afanasief). El propio Babanov era el líder.

Finalmente, decide que Afanasief sería el socio de su proyecto: «Tiene mucha experiencia en montañas de sietemiles técnicos como las del Pamir. Además ya ha ascendido un ochomil de la clase del K2. Tampoco descartaba su gran motivación, y por todo ello pensé que íbamos a tener éxito. La idea del triplete la llevaba madurando un año. Le propuse la idea a Victor, y la aceptó enseguida. Como los costes de la expedición eran muy caros, para compartir gastos vinieron otros alpinistas que querían subir las mismas cimas pero por rutas normales. Por eso nos juntamos seis alpinistas».

2 nuevas líneas

Para el 26 de junio ya estaban en el campo base de su primer objetivo: el Broad Peak. Acompañados de mal tiempo, aclimatan durante una semana en la ruta normal; llegan hasta los 7100 metros. Ya están preparados. La nueva ruta seguiría un amplio pilar hermoso que rodea la cara oeste del ochomil: «Me llamaba la atención que nadie intentara esa línea, pero, tras analizarla bien, no me extrañó porque el serac que sobresalía del centro de la pared atemorizaba a cualquiera. De tiempo en tiempo caían grandes moles de hielo que llegaban hasta el glaciar. Ya en los primeros días en el base y con los prismáticos de ayuda, observé una línea más segura a la derecha».

El 9 de julio parte del base. La meteo no es nada agraciada. Llevaban peso, unos 20 kilos en la mochila cada uno. A pesar del mal tiempo, ya para la cuarta jornada de ascensión se encontraban a 7000 metros de altura, y habían superado la expuesta travesía del sercac que era el punto clave de la nueva ruta. Al día siguiente se encuentran a 7500 metros. Habían dejado atrás todas las principales dificultades.

De repente, el tiempo se radicaliza. Nieva constantemente: «Nos preocupamos ya que teníamos por delante pendientes de hasta 45º de nieve profunda. Era una zona muy avalanchosa. La primera avalancha nos pilló hacia las 3:00, y la tienda aguantó. La situación era seria, y tuvimos que luchar duramente. Seguimos adelante. El 15 de julio amaneció con cielo azul. Travesía peligrosa con nieve hasta la cintura, y nos juntamos con la ruta normal (el campo 3). El 17, tras luchar de nuevo con nieve profunda, llegamos a la cima hacia las 19:30. En total fueron 3000 metros de vía con dificultades de VI, WI5, M6, 90º».

Todavía más

El 23 de julio, los «V&V» más sus compañeros montan el base de los Gasherbrum I y II a 5.100 m. Como ya estaban muy bien aclimatados, sólo les restaba que llegara el buen tiempo. El siguiente objetivo: la cara suroeste de G-I, de nuevo en alpino. Dos días más tarde emprenden la ascensión. Como nos señala Babanov, la escalada fue excepcional: «Si no nos hubiera caído una piedra en nuestra tienda el día 31, la escalada hubiera sido perfecta. Sucedió cuando dormíamos a unos 6900 metros. Fue un milagro. El impacto le hizo un buen corte a Victor, sangró, pero pudimos seguir adelante. Sólo añadir que Victor demostró un valor excepcional al decidir seguir con la ascensión».

El 1 de agosto hacían cima a la 15:00. La nueva ruta consiste principalmente en una escalada de hielo y nieve con interesantes secciones de mixto. Todo ello desde los 5800 a los 7600 metros. En ese punto se une a la vía yugoslava del 78. 2300 metros de nueva vía con dificultades de VI, WI4, M5 y 80º.

En menos de tres semanas ya habían abierto dos rutas en sendos ochomiles. Les quedaba el tercer objetivo: el G-II. Pero el tiempo y la fatiga les hizo abandonar.

La travesía de los Gasherbrums I, II y III no pudo ser

Otros dos grandes del ochomilismo, el eslovaco Peter Hamor y el polaco Piotr Mowaski, también quisieron aportar durante la pasada temporada del Karakorum. Cómo no, el objetivo se las traía: la travesía de los Gasherbrum I, II y III. No la llegaron a completar, ni tampoco la unión del G-I y II, aquella histórica travesía realizada hasta el día de hoy sólo por los míticos Reinhold Messner y Hans Kammerlander en 1984.

A pesar de todo, el dúo «P&P» firmó una excelente actividad. Empezaron por el G-I. A pesar de no contar con información, se metieron en la ruta española del 83; aún sin repetición. Una tienda, víveres para 10 días y poco más: «Llegamos al primer vivar a 5600 metros. Para llegar al segundo, a 6600, tuvimos que escalar mucho con las puntas delanteras. Al llegar Piotr se derrumbó durante 20 minutos. A pesar de la poca comida y el mal tiempo aguantamos tres días en la tienda. El tercero pasamos a 7000 metros.

Estamos frente a la arista del G-I. El 21 de junio escalamos la larga arista hasta los 7500. Los siguientes días, con un último vivac a 7800, fueron penosos por el mal tiempo y la cantidad de nieve. Finalmente hacemos cima el día 24 de junio».

La idea era continuar al G-II, pero, la escalada fue tan exigente, que decidieron bajar al base (en 2 días). De esta forma, terminaba el gran reto. Eso sí, el eslovaco y el polaco firmaban la travesía del G-I y se llevaban la primera repetición de la ruta española.

Tras una semana de mal tiempo, la cordada sube hasta el collado entre el G-II y III. El 2 de julio se ponen en marcha. El 4 montan tienda a 7400 metros; están solos. El día de cima se quedan estupefactos: «Nos quedamos asombrados con la fiebre de cumbre. Por nuestro lugar pasaron decenas de montañeros; la mayoría se quedaron sin cima. Nosotros sí la logramos, y ya con mal tiempo descendimos al base».

Sin la gran travesía, y tras cuatro meses de expediciones entre el Himalaya y el Karakorum, Hamor y Morawski volvían a casa con la siguiente lista: Ama Dablam, segunda repetición del Pilar Gabarrou a la noroeste del Annapurna, la travesía del G-I y cumbre del G-II.

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