El asunto del déficit del Museo Guggenheim de Bilbo estuvo en el aire todo el día de ayer debido a las informaciones contradictorias procedentes del Gobierno de Lakua. Por la mañana, la nueva portavoz, Idoia Mendia, anunciaba en su comparecencia posterior al Consejo de Gobierno que se habían aprobado un ampliación de capital en la Sociedad Tenedora del Guggenheim, con la finalidad de tapar el «agujero» patrimonial de 7,5 millones de euros causado por la desastrosa operación de compra de divisas que se realizó entre 2002 y 2003. La Sociedad Tenedora es la encargada de las compras de la pinacoteca y está compuesta a partes iguales por el ejecutivo autonómico y la Diputación de Bizkaia.

Mendia, quien apuntó contundente que esta medida «supone hacer oficial algo que el anterior equipo de Gobierno negó siempre, la existencia de agujero patrimonial», advertía también de que hasta ahora «se ha estado gastando capital social para tapar el agujero», algo que a su Gobierno no le parecía una forma correcta de actuar. Lakua, anunció, aportará 3 millones de euros y la Diputación de Bizkaia, otros tantos. En total, 6 millones. Sin embargo, el ente foral se encargaba de desmentirlo poco después: la cantidad presentada por Mendia no era «extraordinaria, sino que se había mantenido estable en los últimos seis años». Es decir, que los 6 millones corresponden a las aportaciones que ambos socios hacían vía ampliación del capital social, una fórmula que se ha venido llevando a cabo los últimos 14 años y que «en ningún caso esta destinada a tapar un `agujero patrimonial'».

Lakua rectificaba poco después precisando que la cantidad anunciada forma parte del plan cuatrienal vigente para la adquisición de obras de arte. Eso sí, el ejecutivo se reafirmaba en que el «agujero» del Guggenheim alcanza los 7,5 millones de euros, cifra que «obligará a afrontar el saneamiento de la tenedora para resarcir las pérdidas de patrimonio producidas en esa acción». Pero eso, lo del déficit, en un futuro.

El agujero procede de la compra de dólares efectuada entre 2002 y 2005 con muy mala fortuna. El museo contrató un seguro de cambio -con el que se establece un cambio entre euro y dólar independiente de las fluctuaciones de las monedas- que derivó en elevadas pérdidas por la depreciación del dolar. Al ver la tendencia contraria, el museo, en vez de romper el contrato, renegoció las condiciones y amplió los plazos agravando la situación. Por ello, la comisión parlamentaria constató «la falta de capacidad profesional» de los consejos de administración de estas sociedades.