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Fermin Munarriz Periodista

Estúpidos

Carlo M. Cipolla fue un brillante historiador económico italiano, laureado por sus estudios sobre el sistema monetario, la superpoblación... En su dilatada producción bibliográfica desconcierta el pequeño doble ensayo «Allegro ma non troppo», un exquisito divertimento sobre cosas muy serias. Me quedo con el segundo: «Las leyes fundamentales de la estupidez humana», una aséptica disección de la estulticia, esa plaga que solo nuestra especie animal padece. Sin acritud.

Cipolla parte de la constatación de que «la humanidad se encuentra en un estado deplorable» como consecuencia del poder nocivo de los estúpidos. Se trata -dice el maestro- de un grupo no organizado, aunque en perfecta sintonía, más poderoso que las mafias o la industria militar en su efecto devastador.

Y aporta cinco leyes fundamentales: siempre se subestima el número de estultos en circulación; la estupidez es independiente de cualquier otra característica personal; el necio causa perjuicio a los demás y a sí mismo; sus prójimos siempre subestiman el potencial pernicioso del tonto; y la persona estúpida es el ser más peligroso que existe. Más que el malvado.

A fin de sistematizar su exploración, Cipolla plasma en un gráfico las variables de los beneficios y perjuicios que una persona puede causar sobre los demás y sobre sí misma, y los combina con las cuatro categorías fundamentales de la especie humana: los inteligentes, los incautos, los malvados y los estúpidos.

El resultado es inapelable: el inteligente beneficia a los demás y a sí mismo; el incauto favorece a los otros y se menoscaba a sí; el malvado daña a los demás y se beneficia él; y el estúpido... El estúpido perjudica a los demás y se perjudica a sí mismo.

Sé que a estas alturas están ustedes asintiendo con un ligero balanceo de cabeza e, incluso, que han comenzado a mirar alrededor. Un práctico ejercicio para un fin de semana lluvioso. Cipolla también lo previó en su apéndice. Pero no se relajen («el estúpido no sabe que es estúpido») ni se confíen: «Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón. Estúpidamente».

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